Todo ganadero tiene su favorita. Todo pastor armenio siente una sana predilección por alguna de sus unidades bovinas. El Fari le cantaba a aquel torito de los botines. En las ferias y concursos, los ganaderos presentan a su elegida, acicalada y lustrosa. Mi perro Clark tiene un pequeño defecto en una de sus patas traseras. Es una pata vaga. Eso le resta por lo menos punto y medio en un hipotético certamen canino. Pero yo le quiero igual. Con todas sus imperfecciones. Me estoy dispersando, pero el caso es que la foto de Marcos Míguez (tomada en Feiradeza, Lalín) tiene toda la voluptuosidad de una flor de Maplethorpe. Claro que sólo la aprecian de verdad, en lo que vale, los ganaderos y ese torito bravo, el de los botines.
¡Me encantan las vacas! Pero vista así, no sé, me gusta más como fotografía…
Mi gato Max (el gato que vive conmigo, perdón) tiene la cola rota de nacimiento y es negro y con los ojos amarillos. Para mí es el más guapo del mundo; tampoco sería admitido en un concurso felino, pero sobre belleza no hay nada escrito… No, insisto: que no.
Saludos, «Jefe». Que de tanto leerte ya es como si te conociera ;-).