Soy partidario de que las imágenes sean claras. No deben contener demasiados elementos que compitan por el foco y además deben estar bien jerarquizados. Los egipcios, hace miles de años, ya tenían esta premisa. Pero hay veces que en una foto confluyen todos los elementos de la información. Es el caso de esta, obra de José Pardo, del casco antiguo de Ferrol. Una foto que además plantea muchos problemas técnicos. Mantener prácticamente enfocados tres planos tan distantes en el espacio: las casas ruinosas, la señora en el interior de la suya y el concello, no es nada fácil. Además hay que gestionar las diferencias de iluminación usando un diafragma cerrado, el que necesitamos para lograr la profundidad de campo óptima que acerque los planos. Perdonad este peñazo técnico pero es que a mí, igual que a mi sastre, me pierde la precisión. Mi sastre hace ir a sus clientes al menos dos veces para tomar y retomar sus medidas antes de cerrar un traje. Sus trajes son como una segunda piel pero están hechos con más rigor que el que emplea el calculista de Calatrava.
En fin, Pardo solucionó sin dificultad todos estos problemas para lograr un fresco en el que sin comprometer la claridad, está perfectamente explicado el problema, quien lo sufre y su responsable.
Yo de tecnicismos nazin, pero así a bote pronto parece que la ventana traiga la metáfora del alma de cualquier anciana:paredes que se desconchan y derrumban donde antes hubo hermosos y elegantes ventanales y la indiferencia como moneda de cambio.
Esa es la mejor lectura. Lo de la técnica es más de consumo interno, aunque es necesaria para que las imágenes funcionen.