La Voz de Galicia
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Estrenamos floteles

«Los astilleros gallegos construirán dos floteles por 300 millones de euros». La noticia saltó así en los medios de comunicación, que apenas revelaron rechazo o extrañeza ante un sustantivo nuevo en estos pagos. Su significado no era difícil de adivinar, pese a lo cual los periódicos más prudentes usaron como primera referencia buques hotel.
Flotel es un préstamo del inglés flotel, variante gráfica de floatel. Este es el acrónimo de floating hotel (‘hotel flotante’), formado con la primera sílaba de floating y la última de hotel. En inglés se emplea como nombre de los barcos que se utilizan para el alojamiento de los trabajadores de las plataformas petrolíferas marinas. Una empresa estadounidense se anuncia así en español: «Renta [alquiler] y servicio de floteles para proyectos en el mar y golfo de México. Estamos en Houston, Texas».
El caso de flotel es paralelo al de apartotel, ‘hotel de apartamentos’, que el … Seguir leyendo

El ocaso de los ordinales

Los numerales ordinales, que indican el lugar que ocupa un elemento en una serie ordenada, van perdiendo uso en el lenguaje corriente. Tienden a ser sustituidos por cardinales, aunque, si el cambio se hace mal, el resultado puede ser tan disonante como «el cien gran premio de Martínez de la Rosa», del que oímos hablar hace unos días en televisión. Habría sido más sencillo decir «el centésimo premio» o «el premio número cien».
Los mayores obstáculos para el empleo de los ordinales son la ignorancia —mayor cuanto más elevado sea el número— y la complejidad de la expresión de muchos de ellos. Este año se ha celebrado el octingentésimo aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa y también se cumple el dosmilésimo quingentésimo segundo de la de Maratón. Es evidente que en casos así es más sencillo emplear ordinales: el 800 aniversario de la batalla de las Navas … Seguir leyendo

Más de 6.000 municiones

Lo soltó una agencia de noticias con traductores presuntamente agobiados, y centenares de medios de comunicación lo repitieron tal cual, sin corrección alguna: «El sospechoso compró más de 6.000 municiones: más de 3.000 balas calibre 22 para un rifle de asalto, 3.000 de calibre 40 para las dos pistolas Glock que llevaba consigo, así como 300 para una escopeta calibre 12». Dejemos al margen el ahorro misérrimo de preposiciones y artículos, que ni estos tiempos de zozobras económica justifican, y centrémonos en el balazo al español, las «más de 6.000 municiones».
Munición es un sustantivo no contable, de esos que admiten cuantificadores indefinidos (abundante munición, poca munición, muchas municiones), pero no ordinales (*tres municiones). La usan los igualmente maltratados efectivos (*veinte efectivos de la Guardia Civil) y las también despreciadas tropas (*doscientas tropas sirias). A diferencia de efectivos con el sentido del ejemplo, munición admite su uso en singular y … Seguir leyendo

Nueva unidad de medida

Las unidades de medida vigentes en España son las del sistema internacional adoptado por la Conferencia General de Pesas y Medidas (CGPM) y vigente en la Unión Europea. Falta en él, sin embargo, una unidad de medida que va camino de convertirse en la más popular entre las empleadas en los medios de comunicación: el campo de fútbol. Este parece tener su origen como unidad de medida en los usos prestigiados por algún periódico que sugiere a su gente que, en informaciones no técnicas, lo señale como equivalente a la hectárea.
El inconveniente de tal fórmula es que los campos de fútbol pueden tener muchos tamaños. Según la longitud y la anchura máximas y mínimas permitidas, su extensión oscila entre 0,4 y 1,08 hectáreas. Pese a esta imprecisión, el campo de fútbol se impone como unidad de medida. Así, un servicio de noticias titula una información: «Hallan en México una … Seguir leyendo

Contradicciones

Hace un año comentábamos el cambio de criterio de la Academia sobre la grafía de los latinismos empleados en español. Hasta la aparición de la Ortografía del 2010 se escribían como palabras españolas, es decir, en letra redonda y con las tildes que les corresponderían si fuesen voces de nuestro idioma (referéndum, sine díe, plácet), aunque en latín no las llevaban porque en ese idioma no existen acentos gráficos.
La nueva Ortografía pasó a distinguir entre latinismos crudos, voces y locuciones en aquel idioma que por sus rasgos se perciben como no españolas (alter ego, ad hoc), y latinismos adaptados (accésit, campus, déficit). Decíamos entonces que adscribirlos a uno u otro grupo era en muchos casos un problema para los hablantes, pues entre los ejemplos que da la Ortografía no están todos los casos que registra el DRAE. Con gran ingenuidad añadíamos: «Habrá dudas hasta que aparezca una nueva edición … Seguir leyendo