Con ocasión del relevo en la Corona, el ministro de Defensa habló de que la nueva heredera, la princesa Leonor, recibirá instrucción militar cuando tenga la edad adecuada, pues ha de estar preparada para ser algún día jefa suprema de las Fuerzas Armadas con el grado de capitán general. Añadió el ministro que «hay discusiones» sobre si será «capitana o capitán general». Porque cuando ostenta el grado de capitán general una mujer, esta es ¿capitán general, capitana general o capitana generala?
En capitán general, general no es un adjetivo que se aplica a capitán, sino un sustantivo. El conjunto da nombre a un grado, el supremo, entre los generales. Y aunque hay muestras del empleo de la forma generala, el uso más extendido de este sustantivo es como común en cuanto al género: el general y la general. Es más frecuente el femenino capitana, usual cuando se trata de la jugadora que encabeza un equipo deportivo o de la mujer que manda una nave. Cuando es un grado militar, en España se prefiere la capitán. Esta preferencia por aplicar las formas masculinas de los grados militares a las mujeres puede deberse a que las específicamente femeninas designaban antaño a la esposa del militar con el rango en cuestión. Así, la coronela era la mujer del coronel, y la capitana, la del capitán. Además, algunos femeninos tenían una gran carga despectiva. Sargenta, por ejemplo, por ejemplo, se utilizaba hasta hace poco con el sentido de mujer hombruna o mandona.
En el caso de capitán general, hay bastantes precedentes del empleo de las formas femeninas, tanto capitana como generala, aplicadas la mayoría de las veces a advocaciones de la Virgen. «La Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa, sino capitana de la tropa aragonesa», dice una popular jota. El 1908 le fue concedido el título de capitán general. La lista de vírgenes con fajín y bastón de mando es extensa. Arranca en 1571, cuando don Juan de Austria obtuvo de Felipe II el título para la Virgen de Butarque, una réplica de la cual se había llevado a la batalla de Lepanto. En estos casos se emplea, según quien habla o escribe, capitán general, capitana general o capitana generala.
De esa última fórmula han dejado muestras escritores notables. Pérez Galdós escribe en Torquemada en el purgatorio (1894): «Despótica, mandona, gran visira y capitana generala de toda la gobernación del mundo…».
Quizá el Alberti de Marinero en tierra ayude a vencer renuencias al empleo de los femeninos capitana y generala, que él aplica a la Virgen del Carmen: «Sobre el mar que le da su brazo al río / de mi país, te nombran capitana / de los mares, la voz de la mañana / y la sirena azul de mi navío. […] ¡Campanita de iglesia submarina, / quién te tañera y bajo ti ayudara / una misa a la Virgen del Carmelo, / ya generala y sol de la marina!».