Para las ocasiones en que la Corona pasa de unas manos a otras, hay una vieja frase que anuncia el evento cuando el relevo está causado por el óbito del monarca. Es proclama tradicional en algunos países y muy peliculera: «El rey ha muerto, ¡viva el rey!».
Juan Carlos I fue recibido con algo así, aunque con una pausa de un par de días en medio del texto. En efecto, el 20 de noviembre de 1975, el entonces presidente del Gobierno, un compungido Carlos Arias Navarro, anunció por televisión aquel histórico «Españoles, Franco ha muerto». Dos días después recogía la misma televisión el ¡Viva el rey! de las Cortes. Era el acto en el que Juan Carlos de Borbón prestaba juramento como rey. Se cuenta que Alejandro Rodríguez de Valcárcel, presidente de las Cortes y del Consejo de Regencia, se había comprometido a decir: «Señores procuradores, señores consejeros, desde la emoción en el recuerdo a Franco, nueva era: ¡Viva el Rey! ¡Viva España!». De sus labios salió el texto sin la «nueva era».
Fueron aquellas unas circunstancias excepcionales. La Jefatura del Estado pasa ahora del rey a su hijo, el heredero.
Cuando las previsiones sucesorias se ponen en marcha por el deceso del rey, algunos países, como el Reino Unido, tienen la tradición del «The king is dead, long live the king!», con muchos siglos encima. Se usaba para anunciar al pueblo el real óbito, con el mensaje implícito de que no hay vacío de poder.
Esa expresión (El rey ha muerto, larga vida al rey) tiene una versión francesa, «Le roi est mort, vive le roi!» (El rey ha muerto, viva el rey), usada desde el siglo XV hasta el Borbón ultramonárquico Carlos X, que fue rey de Francia entre 1824 y 1830, en que salió pitando al exilio tras hundir la institución.
A propósito de la frase de marras, se cuenta que tras la muerte de Enrique IV, cuando llegó la noticia al Louvre, la reina le dijo a Sillery, el primer ministro: «¡El rey ha muerto!», a lo que el gobernante respondió: «Os engañáis, señora, en Francia jamás muere el rey».
En España, Juan Carlos I deja la Corona en vida, por lo que difícilmente podrá proclamarse un «El rey ha muerto, ¡viva el rey!». Podría anunciarse que ha abdicado y, convertido ya en rey padre (en el Reino Unido tenían reina madre), deseárseles larga vida a los dos, a Felipe VI y a su progenitor.
Aunque los castizos se limitarán a decir que «A rey que ha abdicado, rey puesto».