«Los astilleros gallegos construirán dos floteles por 300 millones de euros». La noticia saltó así en los medios de comunicación, que apenas revelaron rechazo o extrañeza ante un sustantivo nuevo en estos pagos. Su significado no era difícil de adivinar, pese a lo cual los periódicos más prudentes usaron como primera referencia buques hotel.
Flotel es un préstamo del inglés flotel, variante gráfica de floatel. Este es el acrónimo de floating hotel (‘hotel flotante’), formado con la primera sílaba de floating y la última de hotel. En inglés se emplea como nombre de los barcos que se utilizan para el alojamiento de los trabajadores de las plataformas petrolíferas marinas. Una empresa estadounidense se anuncia así en español: «Renta [alquiler] y servicio de floteles para proyectos en el mar y golfo de México. Estamos en Houston, Texas».
El caso de flotel es paralelo al de apartotel, ‘hotel de apartamentos’, que el español tomó del inglés apartotel, acrónimo formado mediante el cruce de apartment y hotel. Al igual que se forma sin dificultad el plural del español apartotel (apartoteles), otro tanto ocurre con flotel, del que salen los floteles.
Nos queda la duda de si flotel es, como parece, una importación del inglés o una creación del español de ultramar, pues ya lo venían utilizando empresas turísticas que explotan negocios en grandes ríos de América del Sur. Los floteles son allí un medio cómodo para viajar y alojarse durante las visitas a zonas selváticas. Un anuncio lo deja claro: «De todos los cruceros del Amazonas, La Reina, como llama la población local a este hotel flotante o flotel, es el único crucero amazónico en la Amazonia boliviana que le espera con su estructura tipo catamarán de tres cubiertas, sus 14 camarotes con baño privado, agua caliente y aire acondicionado, sus terrazas exteriores, piscina de red, bar, comedor central…». Otro nos invita al «Flotel, el mejor de la Amazonia ecuatoriana».
Vayan en estos o en los de la industria petrolera, que tengan un viaje reparador.