Un cronista describía así cómo había sido en el Vaticano el primer día del cónclave: «Miles de personas desafían la meteorología y siguen los principales actos de la jornada». Volvemos a tropezar con la nomenclatura meteorológica. Si nos fijamos en la etimología y en la construcción de los vocablos, es fácil evitar traspiés en esta materia. Los peores de estos son quizá usar metereología, metereológico y metereólogo por meteorología, meteorológico y meteorólogo. Solo hay que conservar la raíz meteoro-, que hace referencia a los meteoros, fenómenos atmosféricos como el viento, la lluvia, los rayos…
Meteorología (tomada tal cual del griego, de meteoro y -logía ‘tratado’, ‘estudio’, ‘ciencia’) es el nombre de la ciencia que trata de la atmósfera y de los meteoros. Hoy es muy frecuente verlo empleado con el significado de ‘conjunto de los meteoros’, ‘tiempo atmosférico’. Es el caso del ya citado «Miles de personas desafían la meteorología». Hubiera sido preferible escribir «Miles de personas desafían el mal tiempo». Sin embargo, va penetrando ese uso, y algún diccionario ya lo recoge.
Otro traspié frecuente en estos asuntos es referirse a la condiciones meteorológicas de un lugar en un momento determinado con el sustantivo climatología, que da nombre al tratado del clima, y este es el ‘conjunto de condiciones atmosféricas que caracterizan una región’. Así, por ejemplo, en vez de El barco zarpó con una climatología adversa debería escribirse El barco zarpó con mal tiempo.
Con climatología ocurrió hace tiempo un proceso como el que ahora se observa con meteorología. De ser el estudio del clima pasó a ser también el conjunto de condiciones propias de un determinado clima, que vienen a ser el clima mismo. La fuerza de ese uso debió de ser importante, pues la Academia registra esta acepción desde la vigésima primera edición del Diccionario, de 1992.
Hay quien ve un enriquecimiento del idioma en este proceso de dotar a las palabras de nuevos significados, pero tiene la grave contrapartida de que pierden precisión. Al final se impondrá el uso, nos guste más o menos. Así que, a mal tiempo, buena cara.