El empleo precipitado de expresiones y frases hechas o ignorando su significado puede dejar maltrecha la imagen de cualquiera ante los destinatarios del mensaje. En pocas horas observamos varios casos que ejemplifican el fenómeno. Así, un profesor universitario, exportavoz de su partido en el Congreso, escribe en un diario de Madrid que «La indignación popular está al orden del día», cambiando el femenino la orden del día de la fórmula oracional estar [algo] a la orden del día, que significa ‘ser muy corriente’, por el masculino el orden del día. En cualquier otro contexto, la orden del día es la orden que diariamente se da a una guarnición señalando el servicio que han de prestar las tropas, mientras que el orden del día es la determinación de lo que en el día en cuestión debe tratar una asamblea o corporación.
Alguien escribe sobre un equipo de fútbol en mala situación, del que dice que necesita «levantarse del farolillo rojo», cual si este fuese un banco en el que los jugadores se sientan para disfrutar su indolencia. Farolillo rojo era el farol de ese color que los trenes nocturnos llevaban en la parte trasera del vagón de cola. De ahí lo tomó el habla popular para designar al último en algo.
El autor debía de estar en las patatas, como el cronista que escribió «Aunque la clase política esté en las musarañas», olvidándose de que las musarañas son unos animalitos, no un lugar, cuyo nombre aparece en las frases mirar a las musarañas y pensar en las musarañas, que significan ‘estar distraído’.
El día echaba el cierre cuando se informó de que algunas comparsas carnavalescas lucían este año batas de guatiné, variante —para algunos barbarismo— de boatiné, tela acolchada con relleno de guata. Quizá sea la guata lo que inspire a los usuarios de guatiné, aunque el origen del nombre más parece el francés ouatiné, participio pasado de ouatiner, ‘enguatar, poner forro de algodón’. Algún día se enseñará en las escuelas, más que la etimología de boatiné, que las batas de ese tejido fueron el origen de un imperio textil… y que sacaron mucho frío a las abuelas. Pero esa ya es otra historia.