Hace un año comentábamos el cambio de criterio de la Academia sobre la grafía de los latinismos empleados en español. Hasta la aparición de la Ortografía del 2010 se escribían como palabras españolas, es decir, en letra redonda y con las tildes que les corresponderían si fuesen voces de nuestro idioma (referéndum, sine díe, plácet), aunque en latín no las llevaban porque en ese idioma no existen acentos gráficos.
La nueva Ortografía pasó a distinguir entre latinismos crudos, voces y locuciones en aquel idioma que por sus rasgos se perciben como no españolas (alter ego, ad hoc), y latinismos adaptados (accésit, campus, déficit). Decíamos entonces que adscribirlos a uno u otro grupo era en muchos casos un problema para los hablantes, pues entre los ejemplos que da la Ortografía no están todos los casos que registra el DRAE. Con gran ingenuidad añadíamos: «Habrá dudas hasta que aparezca una nueva edición del Diccionario —no antes del 2014— o se actualicen los latinismos en la versión de esa obra que se puede consultar en Internet».
Pues bien, la Academia se contradice a sí misma y no solo no enmienda en el Diccionario los casos que contradicen la doctrina expuesta en la Ortografía, sino que ha introducido nuevas voces y locuciones latinas ajustándose a los criterios anteriores. Así, ha incorporado en redonda, y en ciertos casos con tilde, locuciones claramente latinas como ad ínterim (‘interino o provisional’), ad persónam (‘a título personal’) o ad tempus (‘temporal o transitorio’). Si lo hizo antes de la aparición de la Ortografía, tiempo ha tenido para corregir las adiciones.
No es la primera vez que los redactores del Diccionario ignoran los criterios de otras obras académicas (véanse las indicaciones sobre tildes en pronombres demostrativos). Tengan razón o no al hacerlo, alguien en la docta casa debería arbitrar entre los discrepantes. Mientras tanto, los más perjudicados seguirán siendo los hablantes que buscan orientación para hablar y escribir con esmero.