La Voz de Galicia
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El «georadar»

Un título a buen tamaño en un periódico de Madrid de los que lucen académicos en su nómina de colaboradores nos alerta de que la escritura de palabras con prefijos y elementos compositivos sigue siendo un problema para muchas personas. «Un ‘georadar’ para hallar el dinero» es el texto periodístico en cuestión.
Constantemente construimos palabras uniendo un prefijo o un elemento compositivo a un sustantivo, un adjetivo, un verbo o un adverbio (a- + moral: amoral; in- + apetente: inapetente; in- + capacitar: incapacitar; super- + rápidamente: superrápidamente). En general, los prefijos y los elementos compositivos que actúan como tales se unen a la palabra base. La sílaba tónica de esta mantiene la tonicidad en la nueva voz (ciber- + esPAcio: ciberesPAcio; anti- + GAS: antiGÁS). Obsérvese que nos referimos al acento prosódico, pues, como en el segundo ejemplo, la palabra base puede no tener acento gráfico y sí … Seguir leyendo

La «traquea» y el «perone»

A lo largo del tiempo, muchas palabras del español han cambiado el acento prosódico. Las causas van desde el afán de aproximarlas a sus étimos hasta meros accidentes y errores. Veamos algunos ejemplos.
El latín imbecillis tenía los significados de ‘débil’, ‘ineficaz’ y ‘cobarde’. El español lo incorporó como voz aguda, imbecil, para calificar al enfermo, flaco o débil. A principios del XIX pasó a escribirse imbécil, quizá por contaminación de la forma francesa imbécile.
En el caso de palabras procedentes del griego a través del latín, cuando se acentúan etimológicamente lo hacen unas veces según el latín y otras atendiendo a su origen griego. Y se dan casos de voces españolas acentuadas según un criterio y que cambian con el tiempo. Ocurre, por ejemplo, con parásito (del latín parasītus y el griego παράσιτος). Fue voz grave, parasito, y a finales del XVIII comenzó a alternar con la esdrújula … Seguir leyendo

Roturas y rupturas

Un periódico informa sobre el testimonio del capitán que precedió a Mangouras al mando del Prestige y dice en el título que «le alertó del riesgo de ruptura» del petrolero. Se plantea aquí el problema del uso indistinto de los sustantivos rotura y ruptura. Ambos tienen el mismo origen, el latín ruptura, y equivalen a rompimiento, ‘acción de romper o romperse’, pero en el tiempo han evolucionado hacia la especialización. Rotura se emplea más para cosas materiales (la rotura de una viga), y ruptura para las inmateriales, especialmente las relaciones entre personas o países (una ruptura sentimental).
No siempre fue así. En los siglos XV y XVI se usaban indistintamente. Pero la Academia Española dice que ambos sustantivos no son hoy intercambiables, e insiste en que cuando se trata de realidades materiales, se prefiere el uso de rotura y si se trata de realidades inmateriales, lo normal … Seguir leyendo

Una creación léxica popular

La diputada Rosa Díez ha hecho unas declaraciones en las que, entre otras cosas, afirma: «Me la repampinfla que digan que somos de derechas o de izquierdas». Emplea su señoría una variante de refanfinflar, verbo que solo aparece en la frase me (o te, se…) la refanfinfla. A pesar de su amplio uso, a la Academia se la refanfinfla a su vez y no lo incluye en el Diccionario, por lo que quien no tenga claro su significado ha de acudir a obras de iniciativa privada. Así, el María Moliner ofrece este artículo: «refanfinflar. Refanfinflársela a alguien. Vulg. Dejarle totalmente indiferente, no importarle».
El pronombre la es aquí el complemento directo. ¿A qué sustantivo sustituye? Su permanencia en la penumbra y la exclusión de la frase de los usos más formales hacen pensar a muchos que se trata de algo que está una cuarta al sur del ombligo. … Seguir leyendo