La guerra de la independencia de México comenzó con el acto conocido como Grito de Dolores (16 de septiembre de 1810). Una de las consignas que allí se pronunciaron fue «Viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines». Estos vuelven a ser noticia estos días. Un periódico titula así un reportaje sobre la nueva emigración a México de jóvenes profesionales españoles expulsados de su tierra por la crisis: «México recibe a los nuevos gachupines».
Gachupín, evolución de cachupín, se usaba y aún se usa en algunos países americanos, sobre todo en México, para designar despectivamente a los inmigrantes procedentes España, en contraposición a criollo, el español nacido en América.
Hay quien ve el origen de gachupín en una palabra náhuatl que significa ‘hombre con espuelas’. La Academia cree que cachupín es el diminutivo de cachopo, que en portugués significa ‘niño’. Otros estudiosos opinan que es la lexicalización de Cachopín, estirpe de Laredo que en obras literarias de los siglos XVI y XVII se mencionaba como modelo de familia con pretensiones de hidalguía. Aparece por primera vez en Los siete libros de la Diana (1559), de Jorge de Montemayor, que pone esto en boca de un personaje: «Yo os prometo, a fe de hijo dalgo, porque lo soy, que mi padre es de los Cachopines de Laredo». Cachopín de Laredo pasó a emplearse para designar irónicamente a quienes presumían de hidalguía sin tenerla. Cervantes lo pone en boca de un personaje del Quijote: «Aunque el mío [el linaje] es de los Cachopines de Laredo […], no le osaré yo poner con el del Toboso de la Mancha, puesto que, para decir verdad, semejante apellido hasta ahora no ha llegado a mis oídos».
Cachopín/gachupín les vino al pelo a los españoles nacidos en México para designar con desprecio a los que llegaban de la Península y, en general, observaban una conducta prepotente. Las proclamas y arengas de la guerra de la independencia de México están atestadas de gachupines, que tuvieron sus equivalentes en otros países americanos, como el chapetón de Perú.