Estar sin utilizar Internet absolutamente para nada durante un año. Ahora te pido que dejes de leer durante un par de minutos con los ojos cerrados, piensa tan solo sobre lo que esa frase supondría en tu vida. Son solo un par de minutos que te ayudarán a reflexionar sobre todo lo que podrías dejar de hacer y todo lo que podrías hacer con todo el tiempo disponible que a día de hoy dedicas a «tus cosas de Internet» y que no aprecias lo suficiente. Ninguno lo apreciamos.
Imagina que durante ese tiempo no dejarías de utilizar un teléfono, quizá no tan inteligente como el que utilizas ahora; tampoco abandonarías tu ordenador, pero sí sería imprescindible cumplir una condición: ninguno de ellos se conectaría a Internet durante un año, durante 365 largos días sin Internet. Tendrías que hacer todos tus trabajos tal y como los haces ahora, con los mismos resultados, pero sin Internet como herramienta.
Y ahora, dime: ¿piensas que lo llevarías bien?
Paul Miller es uno de los editores senior de The Verge y antiguo editor de Engadget. De allí salió porque no estaba de acuerdo con la política de AOL, que en su momento emitió una especie de manifesto formado por 58 diapositivas denominado «The AOL way«, que no habría sentado bien a muchos de los trabajadores de las distintas empresas del grupo, entre ellos Paul.
Para mí Paul Miller ha sido siempre uno de los ejemplos a seguir en Internet; lo seguía cuando estaba en Engadget, especialmente en sus Engadget Shows, donde hacía un buenísimo show tecnológico junto a su colega Nilay Patel y el jefe Joshua Topolsky, que es un verdadero especialista de la comunicación. Y por esa admiración sincera que le profeso, me he interesado en ver cómo le ha ido toda esta historia.
Dejó Internet a los 26 años, el 1 de mayo de 2012 y ha vuelto exactamente 1 año después, el 1 de mayo de 2013. En todo ese camino ha aprendido un montón de cosas sobre la vida y también sobre lo que significa Internet, algo que muchos todavía no hemos tenido oportunidad de conocer. Una de las cuestiones que le motivaron a abandonar su intensa vida online por un tiempo acotado de 365 días fue la de reflexionar en profundidad sobre cómo Internet lo estaba utilizando a él y viceversa.
Libertad, felicidad y aburrimiento
Lo que más me ha impactado es que uno de sus aprendizajes haya sido el de asociar el abandono de Internet a la sensación de Libertad, con mayúsculas. Esto da mucho que pensar. Libertad y felicidad son los adjetivos que definen su experiencia, al menos en los primeros meses. Junto con esas sensaciones tan positivas llegó para él un nuevo descubrimiento: saber qué es estar aburrido. Sabemos que aburrirse con un smartphone en la mano y su conexión a Internet es casi imposible. Siempre se nos ocurrirá algo que hacer con él.
Interacción personal y la monotarea
También en este experimento personal, y yo diría que intransferible, la interacción con las personas jugó un papel muy importante, pues sin Internet las relaciones de tú a tú se viven de una forma más intensa, más personal. No existen distracciones como las que comentamos cuando presentamos el fenómeno con el que tanto nos identificamos y que es tendencia: Phubbing.
La monotarea también es uno de los hábitos que sin Internet se puede rescatar de una formas sencilla. Disfrutar de todas las ideas que se generan en tu cerebro de una en una, dedicando toda tu atención a cada una de ellas es algo que Paul Miller descubrió al tirar del enchufe. También aparecieron para él muy buenos hábitos como los de la lectura, atacando los libros de uno en uno, por supuesto, nada de agobios ni prisas.
Familia y nuevos malos hábitos
Además de centrarse más en sí mismo, en todo lo que quería leer y escribir, Paul quiso mejorase a sí mismo en su relación con las personas más cercanas. Y lo hizo. Se acercó más a sus hermanos, a sus sobrinos, descubriendo que era capaz de estar con ellos durante un tiempo, estar a gusto y hacer que ese tiempo se convirtiese en tiempo de calidad.
En los últimos meses también reconoce que incorporó ciertos malos hábitos a su rutina como el de jugar a los videojuegos, encerrarse en casa más de lo habitual y no salir con sus amigos tanto como en un principio hacía. Observó cierto aislamiento que le hizo ver que tampoco era eso lo mejor para él.
Conclusión. Equilibrio de la balanza
Todo el tiempo que dedicó a experimentar con él mismo y sus reacciones le ha servido para llegar a una conclusión personal y que muchos compartimos: Nada de lo que te pasa por utilizar Internet es culpa de Internet, somos adultos y somos los dueños de nuestra vida, la culpa es de la persona que no es capaz de ajustar la balanza entre la vida online y la vida 1.0.
Paul Miller ha vuelto a incorporarse a su vida de Internet; ha sido capaz de encontrar el equilibrio entre estar en Internet y estar en la vida real, algo que poco a poco nos daremos cuenta que es exactamente lo mismo, no son dos vidas, son solo una y nos toca aprender a estar en ambas al 100%.
Podéis leer el diario que Paul Miller escribió durante su desconexión: Offline en The Verge. Hay algunos capítulos realmente interesantes.
Y recordad que no estar en Internet no es una opción válida; lo interesante es saber utilizar la herramienta en tu beneficio, equilibrar los hábitos de uso y sobre todo no dejar que sea ella quien dirija tu vida. Eres tú quien decide qué, cuánto, cuándo, cómo y por qué en Internet.
Saludos
David Serantes
Claro q se puede vivir sin internet, yo hasta q implantaron los ordenadores y aprendí de memoria el programa del Hospital, vivía tan pancha: luego llegó el furor, los blogs, la invasión de Irak, El atenntado de Atocha etc. Ahora estoy oerfectamente dos dias sin abrir el correo personal, sin ojear facebook ni twitter etc..ni siquiera ando con internet cuando salgo a la calle, detesto , por ahora, lostelefonos modernos: la nueva heroina.
Un año se me haria largo, pero perfectamente, q aún vendes periódicos, hay locutorios, y un libro en papel es un plcacer
Pues yo no tengo ni Facebook, ni tweeter, ni whatsapp… ni ganas. Internet es una herramienta y como tal la uso cuando me hace falta: consultar el correo, un periódico, algún blog, estudiar idiomas… y luego pues paseo, terraceo, charlo o simplemente miro pajaritos en el parque. Es cuestión de equilibrio, como todo; no es malo tomarse una copa de vino de vez en cuando, lo malo es tomarse una botella todos los días.