Hoy en día muchos internautas ya han adiestrado su vista para que cada vez que miren una página web puedan ignorar su presencia. Me refiero a los banners, esas barras parpadeantes y de colores llamativos que, a pesar de que haya quienes que cuestionen su eficacia, continúan siendo el formato publicitario más extendido en la Red, quince años después de su nacimiento.
Corría el 27 de octubre de 1994. Internet comenzaba a tomar fuerza y desde distintos medios se comenzó a barajar la posibilidad de ofrecer espacios publicitarios en webs que tenían un gran número de usuarios. La primera en dar el paso y colgar un banner en línea fue HotWired.com, una de las primeras revistas digitales y precursora de la actual Wired.com, la cual mostró en su encabezado y ocupando un espacio de 468 por 60 pixeles la siguiente publicidad (localizada en esta web) y que tenía un texto muy apropiado -«¿Ha hecho clic alguna vez con su ratón aquí?»-:
Varias compañías, como ATT, Volvo, Club Med o MCI, lo contrataron con campañas de 12 semanas y previo pago de 30.000 dólares de la época. HotWired, que tenía alrededor de 25.000 lectores, consiguió por todas cerca de 400.000 dólares.
Eso sí, y para que podamos hacernos una idea de lo inmaduro que era entonces el panorama publicitario, nada mejor que recurrir a las declaraciones del propio director de arte de HotWired, Rick Boyce, quien aseguró que la empresa no sabía con exactitud cuánto cobrar por el banner, ya que no tenían datos sobre el interés y el posible tráfico a generar. Además, y siempre según la información que se maneja en distintos foros, se dio la circunstancia de que algunos anunciantes no tenían su propia web por lo que los internautas al clicar en el banner iban a un sitio aún «en construcción».
Usted lo ha dicho: ya podemos ignorar su presencia. Los banner, como el resto de la publicidad de Internet, es un engorro que soportamos como parte del precio a pagar por disfrutar de la Red. Pienso que si los anunciantes fuesen un poco racionales se darían cuenta de que los usuarios lo vemos además como un peligro: tal y como están las cosas, ni se sabe lo que puede pasar cuando hacemos click sobre uno de ellos. Al fin y al cabo, la publicidad en formato papel es inocua, pero aquí puede ser una fuente de contagio. Deberían ir pensando en otro modo de publicidad: éste no tiene futuro.