A falta de dos meses para que comience la gran cita deportiva del año, me quiero hacer eco de un artista que merecería muchos post, por su trayectoria, su originalidad y su atrevida arte. Me refiero a Joan Fontcuberta, ese docente, teórico, crítico e historiador de la fotografía que ya recibió el Premio Nacional de esta categoría en el año 1998 y que, entre otras muchas iniciativas, ha llevado a la práctica los conocidos como Googlegramas, es decir, esa serie de composiciones creadas mediante un programa informático y formadas por miles de imágenes con las que quiere poner en cuestión la idea de que Internet sea memoria democrática y universal.
Cada una de estas obras de puntillismo digital, con la que el creador vuelve a recurrir al engaño visual para invitar a pensar, son seleccionadas desde las búsquedas que tira Google al poner un palabra determinada. Si se miran con ojos de hipermétrope, en ellas se reconocerán (de lejos) conocidas obras de la historia del arte o crudas imágenes de actualidad, y si se miran con los del miope, mostrarán de cerca miles de pequeñas imágenes sacadas de la Red.
La muestra, que ya ha recorrido varias ciudades españoles, llega ahora al Instituto Cervantes de Pekín, en donde sus visitantes podrán ver obras como la de El payaso, compuesta por imágenes de presidentes y jefes de Gobierno (y cuyo significado no necesita presentación), Inmigración, formada por imágenes de los problemas que más preocupan a los españoles o Abu Ghraib, con imágenes de militares y políticos acusados de cometer abusos y torturas. Además, y específicamente montada para la ocasión, el artista ha realizado un nuevo mosaico de La Gran Muralla de China, con 8.400 imágenes sacadas de Google.
Joan Fontcuberta, quien crea sus Googlegramas con un software libre, que cualquiera puede descargarse en la Red, plantea con ellos la idea de que, muchas veces, el acceso a una gran cantidad de información no implica un mayor conocimiento y que con Internet se ha llegado a una nueva realidad: no se censura la información pero el usuario es difícil que no se pierda en un laberinto de datos.