Lo prometido es deuda. Tras mi «post-it» de comienzo, en el que presenté el proyecto Cibervoluntarios.org, me puse en contacto con uno de los voluntarios tecnológicos gallegos para que él pudiese contar en primera persona cómo intentan combatir en la comunidad la exclusión digital. El nombre del elegido es Ángel de la Riva, un coruñés de mediana edad que, desde el año 2001, dedica buena parte de su tiempo libre a velar por los intereses tecnológicos de colectivos como mujeres o ancianos.
Si desde esa fecha lo principal para el grupo gallego fue dar charlas y cursos, auspiciados muchas veces por ayuntamientos como el herculino o el vigués, a partir del 2005, centraron sus esfuerzos, en cierta medida, en formar a 12 nuevos cibervoluntarios para que, la rama galaica de la fundación tuviese cada vez más fuerza. En la actualidad ésta está formada por un total de 17 voluntarios, con una horquilla de edad que oscila entre los 23 y los 50 años, y entre los que el 70% son hombres.
Hace un mes y medio, el colectivo presentó a la Xunta un proyecto tildado por ellos mismos de ambicioso y que basa en poder llegar, con la ayuda institucional, a la de cifra de 50 cibervoluntarios gallegos así como proseguir y expandir los cursos específicos para los colectivos ya nombrados. Ellos mismos reconocen que los esfuerzos se deben centrar, de ahora en adelante, en las provincias más olvidadas tecnológicamente, como son Lugo y Ourense. Además, dentro del programa también se incluye la formación específica de cibervoluntarios para que lleguen a actuar como dinamizadores en telecentros gallegos.
Unos objetivos prometedores para unas personas que son capaces de ayudar, con sus conocimientos, entusiasmo y participación al despegue de la alfabetización digital y que luchan por derribar la intrínsecamente gallega brecha digital. Que lo consigan ya no depende de ellos.