¿Qué pasaría si los más de cuatro millones de extranjeros con permiso de residencia pudieran votar? A la vista de cómo está la campaña, donde cada voto vale su peso en oro, semejante grupo de población (representan un 10% del total) podría decantar la balanza a un lado u otro. Por ello, esa pregunta, la de que qué pasaría, no solo se la hacen los propios inmigrantes sino también los políticos.
Un curioso «experimento participativo» surgido recientemente en la Red puede empezar a despejar por dónde irían los tiros. La iniciativa la firma Grez Robbins, un estadounidense afincado desde hace 17 años en España y con domicilio actual en Barcelona. Coincidiendo con el inicio de la campaña, este programador web colgó en Internet la página www.votapormi.org, un espacio en el que pide a todos los votantes abstencionistas que «cedan» su voto a un inmigrante para que estos puedan «votar».
Tanto el inmigrante que pide el voto como el elector que lo adopta son anónimos y, además, el sistema tan solo permite votar y adoptar una web. La única información que recibe el ciudadano español que irá a depositar la papeleta es la opción política del inmigrante y su país de origen. Desde el espacio se asegura, así mismo, que los datos no quedan almacenados y que tan solo se utilizan para evitar que se vote más de una vez.
Como vemos, la Red vuelve a ser fundamental para que los distintos colectivos puedan alzar su voz. En este caso, el experimento participativo conlleva, además, una importante carga reivindicativa y es que, tal y como se preguntan ellos mismos, si en las pasadas elecciones municipales pudieron votar los inmigrantes procedentes de los países de la Unión Europea ¿por qué no extender ese derecho en los comicios legislativos a todos?
Para finalizar una última reflexión: en la cita del 2004 se abstuvieron más de siete millones de españoles. De llevarse a cabo el experimento ¿qué pasaría?
Enhorabuena por el blog. No sé de donde sacas tiempo para encontrar tantas cosas y tan curiosas.
ACOJONANTE!! No tiene mas palabras…esto es una invasión en toda regla.
Yo creo que un voto es personal e intransferible. Es significativo y triste que 7 millones de nativos no voten pero así es la realidad y así ha reflejarse en las urnas.
Además, sin querer despreciar la integridad ideológica de nadie, creo que un inmigrante, a cambio de un contrato de trabajo y ciertas facilidades en cuanto a papeles (propios o de familiares), sería capaz, en una situación de extrema necesidad, de dejarse ‘influenciar’.
«Yo te doy trabajo y tu votas a mi amiguete.»
Suena triste, pero ante la necesidad quizá lo hiciera hasta yo. Me dieran trabajo y me prometieran que harían lo posible por traer a mi familia. ¿Quien no aceptaría?
Y encima viendo (últimamente) de qué manera algunos políticos españoles entienden su oficio (véase Valencia, Madrid, etc).
Lo que hay que hacer es movilizar al electorado español y convencerle de que puede cambiar su futuro y el de su país tan sólo expresando su opinión en forma de papeleta.