La Voz de Galicia
Serantes
Tecnología y productividad en movilidad
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Siempre he reconocido que sé hacer muy pocas cosas muy bien y muchas cosas un poco bien. Lo que he intentado siempre es hacer mejor las cosas que hago muy bien y disimular en las cosas que hago un poco bien. Esto es fácil. Sobre todo si hay alguien que tienes cerca que las hace muy bien e intentas tener a esas personas cada vez más cerca. Por eso es importante rodearse de personas que hagan muy bien algunas cosas.

A lo largo de mi vida he tenido mucha suerte. En lo que denomino etapas clave de mi vida, como son la época en la que estudié para conseguir una carrera que luego no me sirvió de mucho o aquellos primeros trabajos en los que me desarrollé como profesional para poder llegar a otros trabajos posteriores, o en la colaboración en algunos blogs sobre tecnología que nunca eran mi blog sobre tecnología, en todas esas etapas clave de mi vida he tenido mucha suerte.

Los que te rodean te puede dar todo. Aprendizaje o pérdidas de tiempo

Y la suerte es algo que todavía no sé cómo se mide, pero sí sé que existe. Existe cuando haces cosas para que las cosas te salgan bien. Eso es suerte. También lo es tener cerca de ti personas de las que puedes aprender, tratar de identificarlas, acercarte a ellas, aprovechar todo lo que saben e imitarlas. Si son buenos en algo, ¿por qué no querer ser como ellos en lo que son buenos? He visto que hay muchas personas que en el ámbito laboral tiene cierto recelo a rodearse de colaboradores que sean mejor que ellos. Prefieren a personas que no les hagan sombra, que no les contesten y les digan a todo que sí, porque así tienen el control. No lo admiten más que mediante ciertas indirectas, suficientes para saber que no quieren a nadie a su alrededor que los ponga en duda. Es una pena. Ellos no aprenden y suele coincidir en su perfil que la habilidad para enseñar a los demás tampoco está presente.

Todos tienen algo que aportar. Solo tienes que saber ver qué es

Recuerdo un buen amigo que durante los años de facultad, sobre todo en los dos últimos me enseñó a ser perfeccionista, hasta un punto extremo. Hasta tal punto que en ocasiones pienso que es uno de mis peores defectos. Y lo hizo sin querer, solamente colaborando en el desarrollo de varios trabajos, haciendo que mi versión definitiva fuese su borrador inicial; encontrando en cada versión alguna nueva mejora, convenciéndome de que aquello no estaba acabado, de que se podía mejorar. Y al ver el resultado, era así, todavía era mejor. Entonces me enfadaba con él, llamaba desde la cabina telefónica más cercana a la que hoy es mi mujer y le chorreaba durante un buen rato, dando un buen susto a la pobre en alguna ocasión en la que pensaba que me cargaría a mi compañero. Nada que ver, no puedo estar más agradecido. Hoy soy perfeccionista, mucho y es gracias a él. Entonces no lo veía, ni lo sabía, pero estaba cerca de una persona de las que han hecho que sea diferente o mejor en alguna cosa en la que no era especialmente bueno.

La suma de los aprendizajes de los que te rodean es lo que eres

Después del perfeccionismo vino la capacidad de observar y de analizar durante la época departamental para escribir mi tesina, luego más tarde la época en la que aprendí a formar y hablar en público, luego a realizar informes excepcionales, luego presentaciones, a escribir entradas en blogs de tecnología y mil aprendizajes más que siempre han venido de la mano de personas especiales, fuera de lo común. He tenido suerte porque han estado ahí para fijarme en ellos y porque con el paso de los años he ido aprendiendo a conocer a las personas, a saber identificar sus potenciales, a «aprovecharme» de estos y a tratar de incorporar lo mejor de cada uno en mi aprendizaje. Me hice un poco mejor gracias a las personas que me han ido rodeando. Siempre he sido muy consciente.

Elige y que te elijan

¿Y si tuvieses a tu lado, cerca de ti, alguna persona que puede aportarte lo mejor de ella y no eres consciente? La mejor forma para saber lo que te puede aportar una persona es hablar con ella, hacerle muchas preguntas; hablar un poco y escuchar mucho. Exponer tus pensamientos y tus problemas, contarle tus preocupaciones y sobre todo ayudar a que te conozca. Seguro que antes de lo que piensas estarás recibiendo luz sobre tus ansias y tus angustias. Las personas de las que te rodeas tienen mucha más importancia de la que tú puedas pensar. Elige a las que te rodean y también permite que te elijan a ti, porque vas a ser una de esas personas que rodean a otras. Sé consciente.