La Voz de Galicia
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Tecnología y productividad en movilidad
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Seguro que alguna vez has imaginado que el teletransporte te podría llevar al lugar en el que realmente querrías estar de forma rápida, segura y sencilla. Viajar a un lugar tan remoto que ni siquiera sabías que existiese, moverte entre animales tan peligrosos que la distancia y las barreras con ellos es la única protección, utilizar medios de transporte como algunos aviones militares, globos aerostáticos y otro tipo de aeronaves inalcanzables, son solo algunos de los ejemplos que se me vienen a la cabeza para anunciar que la Realidad Virtual está tomando posición en los laboratorios de pruebas de algunos fabricantes.

En el pasado Mobile World Congress tuve la suerte de poder probar de primera mano el Samsung Gear VR, un casco de realidad virtual que aprovecha un dispositivo de Samsung como es el Galaxy Note 4 para ofrecer una experiencia de inmersión que si bien todavía está lejos de ser perfecta, ofrece una primera estimación de lo que podremos esperar de estos productos en el futuro.

El producto en sí es una combinación entre un casco de realidad virtual al que se le endosa un smartphone tan potente como el Note 4; se le añaden unos auriculares de alta fidelidad y una aplicación que en este caso, de la prueba, era un vídeo que recorría diversos paisajes espectaculares de nuestro planeta Tierra: por mar, aire y tierra. El resultado es una imagen en la que te ver sumergido totalmente, con la capacidad para mirar en todas direcciones y observar lo que sucede a tu alrededor; eres parte de los escenarios, vives la experiencia de estar en lugares y visualizar paisajes que de otra forma nunca llegarías a visualizar. Esto es realmente impresionante y recomiendo a todo el que pueda que lo pruebe.

En algún momento esto será un producto comercial, no dentro de mucho, que se podrá adquirir como accesorio o complemento para tu smartphone y con el que podrás evadirte de la vida real para dedicarte a la vida virtual. No va a ser un producto que cueste demasiado dinero en comparación con lo que cuestan los smartphones de gama alta. Podrás tener tu casco de realidad virtual por menos de 300€, no tan caro si estamos pensando en que el propio terminal móvil es probable que haya costado más de 600€. Por ahora no es más que un querer y no poder. No está tan bien desarrollado como para ofrecer una sensación perfecta de inmersión y tampoco la cantidad de contenidos disponibles hace que el producto sea demasiado atractivo. Pero hacia esta línea están caminado ya varios fabricantes, otra cosa será que los usuarios adoptemos este tipo de usos.

Lo que más me chocó como usuario del dispositivo por unos minutos fue la capacidad de abstracción del entorno. En esos minutos inmerso en la experiencia de ver unos preciosos leones a un par de metros de mi posición, de «pasear» al lado de unos elefantes enormes o de situarme en los patines de un helicóptero para sobrevolar un paisaje de impresión, me olvidé de todo, absolutamente de todo lo que me rodeaba. Esa sensación es sobrecogedora cuando la analizas posteriormente.

Si nos llevamos las manos a la cabeza porque en un país como China ya se puede ver a personas circulando por carriles habilitados especialmente para los que llevan un smartphone, qué no podrá llegar a suceder si en el futuro no tan lejano la realidad virtual se convierte en un estándar. Quizá tú, tus vecinos, tus colegas y yo saldremos con nuestros cascos a la calle para, en cuanto podamos, anular la realidad que nos corresponde y vivier la realidad que elijamos, esa hecha a medida, que nos evite la cruda y malvada realidad que nos rodea. Piénsalo.

Se me ocurren muy buenos usos para la realidad virtual, pero también me gusta pensar en cómo podría evolucionar el asunto hasta llegar a hacernos tan independientes que las relaciones nunca fuesen de nuevo como lo son en estos momentos. Desde luego que al quitar el casco al finalizar la prueba, mi cabeza no podía evitar pensar que me había evadido totalmente, que había olvidado dónde estaba, quién era y qué estaba haciendo en aquel luminoso y abarrotado pabellón de Samsung. No quiero ni pensar en lo que podría pasar en un pequeño bar al que todos los parroquianos llegasen con sus equipos para abstraerse del mundo y unos de otros. Piel de gallina.