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Siempre me ha gustado la M Ú S I C A. Así, en general, con mayúsculas y letras separadas. Es «el arte de las musas», de ahí proviene la palabra música, de origen griego aunque ya sin el sentido que entonces tenía. Como muchos, no sabría vivir si música. Todos los días escucho música, y quizá tú también lo haces, a veces sin ser consciente de que lo estás haciendo. Está en todas partes, para amenizar una reunión, para ambientar un ascensor, para molestar en un autobús si es tu vecino quien inunda el espacio con su estruendo, en tu coche, en tu móvil, en tu oficina, lo que no falla es que siempre provoca reacciones.

Los formatos son el medio, pero pueden acabar siendo el fin

Pienso que los formatos en los que se ha ido presentando la música puede que me hayan ayudado a adorarla; mi relación con las cintas magnéticas de casete fue la inicial y la que arraigó la costumbre y el hábito. Tenía muchas, algunas compradas y otras muchas grabadas desde el original. El intercambio con los amigos era frecuente. «Yo compro una, vosotros 10 la grabáis y espero las vuestras, ¡eh!». Las reproducía una y otra vez, vuelta y vuelta, cara A y cara B sin parar en mi «minicadena». Y solo estaba pillando el gusto.

Nada que ver con la cantidad de CDs que llegué a reunir más adelante, coincidiendo con la aparición de las grabadoras de discos compactos. Eso sí fue una verdadera revolución, no solo por la posibilidad de realizar copias de forma sencilla, sino porque además coincidió con la llegada de los archivos MP3, que facilitaron la difusión de música a través de Internet. En la época de finales de los 90 se podía acceder a todo tipo de música más o menos comercial, de una forma muy sencilla, no siempre legal, que facilitaba poder disponer de mucho material donde elegir.

Cuantas más posibilidades, más podrán crecer tus gustos

El cambio en los gustos musicales siempre viene dado por la facilidad que tengas en el acceso a los diferentes estilos. Si solo puedes escuchar la música que te han pasado tus hermanos o tus padres, solo te va a gustar esa música. Si tienes las mejores tiendas de discos a tu alcance y las visitas continuamente, aumentas las opciones. Pero, ay, si tienes acceso ilimitado a cualquier tipo de música, tus gustos podrán crecer y tú podrás crecer escuchando música. Y en ese momento estamos.

Ahora tenemos un acceso ilimitado a casi cualquier tipo de estilo musical a través de herramientas como Spotify, Deezer, GrooveShark, o las plataformas de Google, Microsoft, Apple o Sony, por no mencionar la principal fuente de música para los más jóvenes: Youtube. Y son los cambios que está sufriendo la música. Es muy fácil y por un precio ajustado, disponer de música en streaming en tus dispositivos e incluso descargar en local los archivos que elijas para acceder a ellos sin conexión.

El cambio está en la posibilidad de elegir lo que escuchas. Tienes acceso a la obra de casi cualquier artista del mundo desde el momento en que sale a la luz, o incluso antes de que salga en el resto de canales, como sucedió con la alianza entre Apple y U2 para distribuir su último álbum a través de iTunes, fracaso estrepitoso incluido.

Segmentación y aspecto social, funcionan

Estas plataformas con contenido multimedia, además de posibilitar el acceso a los artistas y sus canciones, también se han preocupado de otras dos cuestiones fundamentales: orientarte sobre lo que puedes escuchar, haciendo múltiples clasificaciones y listas de reproducción al gusto y por otra parte dotar de carácter social a sus plataformas, fomentando que los usuarios intercambien sus perfiles, sus gustos y conozcan de las preferencias de los demás. Son las claves para que esto funcione. Tienes tus preferencias, accedes a las preferencias de los demás y entonces

También hay un capítulo que me gusta menos, quizá por nostalgia de tiempos pasados. Es la pérdida de todo lo asociado a la experiencia de ir a una tienda a comprar tus discos. Hablar con el dependiente, intercambiar opiniones, encontrar otros usuarios con tus mismos gustos o mejor aún si los tienen diferentes, desempaquetar el disco y leer los libretos… pero claro, algo parecido, desnatado pero parecido, también lo tenemos a través de las redes.

La música no cambia, solo las formas en que llega a nosotros. Nosotros cambiamos con la música.