El ornitorrinco es un animal mamífero con hocico en forma de pico de pato, cola de castor y patas de nutria. Una verdadera curiosidad para cualquier persona que sepa apreciar la historia de los animales. Y sus orígenes.
Quizá nunca hayas visto un ornitorrinco en persona. Si ves uno en persona, te aseguro que vas a pensar en su origen, no podrás pensar en otra cosa. ¿Cómo puede un animal tener la apariencia de un pato, de una nutria y de un castor, a la vez? Tú y yo sabemos cuál es la solución a esta pregunta.
Lo que te acabo de proponer es un ejercicio en el que te he llevado a buscar una solución que no tenías pensada para una pregunta que nunca te habías imaginado. Ahora, en tu cabeza, más o menos conscientemente, has generado unas imágenes, unas palabras, que dan las solución al origen del ornitorrinco. Cuanto más lo piensas, más claro lo tienes. Y no tienes toda la información que necesitas, simplemente la has generado tú.
El proceso que acabas de pasar es un proceso de inferencia en la comunicación. Yo he emitido un mensaje, tú lo has recibido y toda la información que no es evidente pero sí necesaria para completar la solución la has añadido tú. Inferir consiste en el proceso de generar información necesaria para completar un mensaje que no es completo. No es la primera vez que lo sufres, pasa cada día, en cada comunicación, sea oral o escrita.
Y sucede mucho más a menudo en la comunicación en redes sociales, donde los mensajes son emitidos por una persona para que los reciban muchas otras. De repente, los receptores del mensaje se encuentran con una información que piensan que es para ellos. Pero solo lo piensan, en muchas ocasiones no lo es, no es para ellos, no siempre.
Por eso existen tantos malos entendidos en las redes sociales que frecuentamos, porque todo el mundo está involucrado en procesos de inferencia continuamente. Te habrá pasado en más de una ocasión, ves un texto, piensas que lo comprendes, añades toda la información de tu experiencia sobre el tema, tus conocimientos e incluso algún sesgo emocional si conoces a la persona que emite el mensaje. Con todo eso, bien agitado, formas tu esquema de información definitiva, tu mensaje recibido, que en algunas ocasiones se alejará, mucho, de la intención que albergaba la persona que lo envió en su origen.
Y se montan una fiestas curiosas, de verdad, donde te encuentras broncas entre conocidos, mensajes a medias que no se sabe muy bien para quién van, otros de los que se adueñan más de cien personas cuando solo iba dirigido a una y otros que pasan desapercibidos cuando iban dirigidos a unas cuantas personas muy bien identificadas. Está fallando la comunicación, no lo sabemos (o quizá sí), pero lo pasamos realmente bien entre tanto.
Es la comunicación, idiota.