La Voz de Galicia
Serantes
Tecnología y productividad en movilidad
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Como era de esperar, las post-noticias sobre el supermegamaravilloso iPhone han hastiado a un santo. A pesar de que el cacharrillo en sí es digno de mi devoción, he acabado tan harta como de un mosquito en plena noche. Y por varias razones, la primera -y fundamental-, es la envidia. Lo reconozco: me muero de envidia viendo todas esas fotos de americanitos/as portando en sus manos un espléndido iPhone. Me hubiera encantado estar en una de esas colas y que los empleados de Apple me dieran algún refresco estando en la cola antes de entrar -pasó tal cual- o que me aplaudieran y chocaran las cinco cuando entraba en la Applestore -también pasó-, pero no. Yo estaba aquí, a miles de kilómetros, viendo en directo con el Sr. Serantes -via skype- cómo unos cuantos americanitos -impresentables- sacaban el iPhone de su caja y posteriormente lo activaban… no sin bastantes percances (problemas -por parte de ellos- con la activación, no habían actualizado el itunes… una vergüenza). Hasta aquí todo -ejem- bien, se entiende que son «las cosas del directo», vale. Lo entiendo. La emoción y esas cositas… Pero que se pongan a comer patatas fritas… eso roza la «gañanería». SÍ, PATATAS FRITAS. Comer y además hacer bromillas delante de la cámara como si de un vídeo casero se tratara. A poco más de media hora corté y me reuní con Morfeo. El sábado me metí a fondo buscando algo que contaros. Algo… Dios bendito. No se ni por dónde empezar…

Vídeos de la gente esperando para entrar, del desempaquetado de los primeros iPhone, y hasta uno de un listillo que pretendió robarlo en directo… Fotos de la gente esperando, entrando, comprando… hasta la propia web del iPhone tiene fotos del acontecimiento en 4 de sus tiendas. Fotos de las Applestores reconvertidas para la ocasión en tiendas dispensadoras de iPhones… iPhones por todas partes, empleados por todas partes con máquinas en la mano para cobrar «en medio del pasillo», iPhones para probar conectados a macs… hasta las zonas «genius» fueron reconvertidas en cajas de pago. Todo para que nadie se quedara sin él. Y nadie que fue se quedó sin él. También fotos y vídeos del señor Steve Jobs haciendo una visita con su señora esposa a la Applestore -la de Palo Alto- que le caía más cerca. De todo.
Pero a eso de la media tarde, y sin dar crédito a mis ojos, veo las dos cosas que más me han llamado la atención:

La primera es el «destripe» de un iPhone. Como lo oís. Ya lo han destripado. Y Apple lo ha «entripado» tan bien y tan a conciencia que es difícil difícil de desarmar, con tornillos por todas partes y hábilmente ensamblado; como imagino que seréis tan curiosos como yo para estas cosas aquí os dejo, para abrir boca, una imagen del despiece completado, pero lo mejor es ver cómo lo van «desnudando»…

Y la segunda cosita me provocó un recorrido entre las sensaciones de asombro, ira, náuseas, odio y alegría. Se trata de un análisis de PC WORLD sobre la resistencia del iPhone. No apto para cardíacos. Super-pecado. Herejía. Si ya duele sólo pensar que se pueda caer como le pasó al Sr. Serantes con su Tablet, más duele VER cómo lo magrean dentro de una bolsa llena de llaves, lo intentan rayar con otra llave, y lo tiran -sí, sí- repetidas veces al suelo para «probar distintos pavimentos»… hay que joderse. Dan ganas de pisarle la cabeza al paisano… qué pisarle la cabeza… ¡una tortura china como poco!! Pero nuestro iPhone aguantó carros y carretas como un campeón. Ya me gustaría a mí ver a muchos de los equipos que conocéis en condiciones iguales a las que ha sufrido este iPhone concretamente.

Pasen, VEAN y juzguen…

Como postre, os dejo un par de imagenes de comparativas de tamaño, para que os vayáis haciendo una idea de qué sitio ocuparán en vuestros bolsillos… Porque en los bolsos de nosotras, las mujeres, tenemos cabida para un iPhone y bastantes más cacharrillos… Ventajas femeninas, jejeje 😉

Saludetes y feliz lunes!!!

Nacu