Como diría un amigo, el presidente Putin es un santo de mi no devoción, pero debo reconocerle algunas cosas: recibió un país atrasado, con unos territorios al borde de la desintegración, descartable y descartado en la escena política internacional y ha conseguido devolverle la apariencia y el orgullo de potencia que tenía en la guerra fría. De ahí sus índices de popularidad, que contrastan vivamente con los de los líderes del Oeste.
Desde luego, los medios que emplea y los principios desde los que opera están muy lejos de pasar una reválida ética, pero le han bastado para poner en evidencia a los dirigentes occidentales, que, comparados con él, no solo parecen débiles, sino aficionados incompetentes. Los lógicos movimientos de Putin sobre Ucrania -y no digamos sobre Crimea- eran esperables y los expertos los previeron hace años. Sin embargo, se le facilitaron. Putin ha ganado la partida: Crimea no volverá a Ucrania y el paripé de sanciones ridículas sirve para confirmárselo. Sabe que el mundo del dinero americano y europeo no admitirá que se le pidan sacrificios, aparte de que, por supuesto, ni se puedan tocar los capitales o las sociedades que los rusos tienen en Suiza. Así que Putin ha convertido nuestra supremacía económica en debilidad, y su supremacía energética, en nuestra dependencia: los gorditos del patio atemorizados por el macarra, al que consienten todo con tal de que no les quite el bocadillo.
Venimos haciendo lo mismo desde hace años con China, una potencia real. Cuando la política se guía solo por intereses comerciales y aparca los principios morales, termina primero con el coraje y luego… con todo.
Estou totalmente de acordo contigo no último paragrafo,mais a non desintegración dos territorios fíxoa a base de un exercito forte e matando a moitísima xente en eses territorios que querían estar fora do dominio ruso, guerras que Occidente deixou facer polo medo ás armas atómicas.
Agora, como antes, o país esta gobernado con man de ferro, sen garantías xurídicas, e vivindo na arbitrariedade dos gobernantes no poder, con unha forte desigualdade económica entre o pobo.
hai un meses escoitei a un xeneral español xa retirado dicir que o pobo ruso non entendía a democracia como nos en Occidente e que quería un líder forte que os gobernase.
Eu penso que non é así, senón que as vellas estruturas do poder soviético deron neste modelo político cheo de corrupción, que en iso parece ser que iguala ao resto dos países con contadas excepcións.
Exacto. En el fondo, el régimen actual es una réplica capitalista del soviético, donde los jefes extraían toda la riqueza del pueblo y eran los únicos que vivían bien. Occidente le ha dejado hacer, como deja a China, porque se mueve solo por dinero y lo demás, en el fondo, es palabrería hueca a lo Obama.
Paco excepto Putin que fai as cousas ás bravas e dalle igual a imaxe o resto do mundo non sabemos quen nos goberna, ben esquecíame de Kim Jong-Un e tamén da banda de sátrapas da china, que todos son uns corruptos déspotas, no que coinciden cós chamados dirixentes do mundo libre.
as veces penso que seria necesario que en cada país tivésemos un Lucio Quinto Cincinato, para limpar a política mundial.