La Voz de Galicia

¿Qué ha ocurrido para que, en apenas una generación, los jóvenes hayan pasado de correr delante de los grises a asaltar comisarías de policía? Puede parecer que el cambio de fondo no es mucho, que se trata del mismo impulso juvenil que lleva al enfrentamiento con la autoridad establecida, plásticamente representada por los cuerpos de seguridad. Se puede decir que en las revueltas universitarias y en las manifestaciones contra la OTAN también agredían a policías y guardias con piedras, cócteles o bolas de rodamientos. Se pueden decir muchas cosas, pero permanece la gran diferencia: aquellos arriesgaban el pellejo por unos ideales, porque querían cambiar a mejor el mundo, y estos pelean para que les dejen beber en la calle, por su derecho a molestar y a que limpiemos las caquitas que producen.

No sé cómo se explicarán algunos el paso de aquellos hijos a estos, del idealismo social al de la litrona. Cómo unos padres supuestamente autoritarios engendraron hijos idealistas, y padres supuestamente liberales engendraron a estos. Alguien dirá que los jóvenes de hace treinta años lucharon para ganar una decepción, así que abrazaron la vida cómoda y desengañada y formaron así a sus hijos, los que ahora asaltan comisarías.

De hecho, los comentarios periodísticos y políticos insisten en responsabilizar a los padres de lo ocurrido, también económicamente: ¡que paguen los desmanes de sus retoños! Me parecía razonable y sensato hasta que leí el comunicado del Foro de la Familia: que sí, que los padres son los principales responsables y que eso lo dicen ellos desde siempre, pero entonces que les dejen educar a sus hijos según sus valores morales, que les dejen elegir colegio, que los medios masivos de entretenimiento no dificulten la tarea con ciertas series y determinadas revistas juveniles, que los ayuntamientos prohíban lo que tengan que prohibir, que…

No. No es culpa solo de los padres.?

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