La Voz de Galicia
Ventana abierta a todo lo que «se cuece» por la Red
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A pesar de que he tardado bastante tiempo en hacerme eco de uno de los temas que más polvareda están levantando entre los blogueros, no quiero pasarlo por alto. La semana pasada, y a instancias de la eurodiputada estonia Marianne Mikko, la Comisión Europea de la Cultura aprobó una resolución en la que se abogaba por establecer un marco regulador para las bitácoras. La medida, una recomendación más que una directriz, instaba a los autores de los diarios digitales a que informasen sobre su identidad y sus intereses políticos o sociales. En definitiva, a que se acogiesen a un etiquetado que, eso sí, sería voluntario.
La propuesta, que será debatida y votada por el pleno de la Eurocámara en el mes de septiembre y que, de ponerse en marcha, no será más que una recomendación (este tipo de regulación depende de la legislación de cada uno de los países miembros de la Unión Europea), persigue aclarar la supuesta «confusión inmensa» provocada por la gran cantidad de bitácoras existentes, las cuales generan un alto grado de confianza entre el público y «contaminan considerablemente el ciberespacio».
Pues bien, y a pesar de que el último dato no se puede refutar (en la actualidad ya existen 112 millones de blogs), la recomendación en si encierra varios flecos criticables.
Primer punto: cerca del 80% de los blogueros firman sus diarios con nombre y apellidos, además de que, si quieren insertar publicidad en ellos, están obligados (por el registro de publicidad) a identificarse.
Segundo punto: ¿Se está poniendo en duda el sentido crítico de los internautas-lectores? Además, las ideas que cada uno aporta en su blog es la forma de ganarse la confianza de los lectores. Ésta no se consigue por un registro o una lista.
Tercer punto: los blogs políticos no es demasiado difícil reconocerlos.
Cuarto punto: una de las excusas en las que se refugia la recomendación es que no existe la seguridad de que la gran información que circula por la Red sea cierta. Ante eso no tengo nada que decir pero ¿quién asegura que la que se lee en los periódicos lo sea? Además, en Internet es más fácil encontrar información con la que contrastar, matizar o aclarar esos supuestos datos erróneos.
Quinto punto: muchos internautas critican que con ella se pretende acabar con una de las máximas de la Red: el anonimato. Me uno a ellos.