La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Mazinger Z

Mazinger Z es la gran serie de dibujos de mi infancia. Ni Comando G, ni Ulises 2000, ni Érase una vez el hombre, ni Heidi, ni La abeja Maya ni, por supuesto, el turras de Marco y sus Apeninos y sus Andes. No. Mazinger es, sencillamente, el número uno, el punto y aparte, el gigante, el coloso. Es asombroso cómo, si uno pasea unos minutos por YouTube, descubre que tiene en el fondo del cerebro, atrincheradas no se sabe dónde, un filón de escenas que no veía desde hace treinta años o así. Ahí están, en una cuerda floja tendida entre el circo de las neuronas, las acrobacias de Mazinger, su fuego de pecho, y las andanzas de su novia, la incombustible Afrodita A y su legendario grito de guerra: ¡Pechos fuera! Recordemos, de hecho, que la primera vez que Mazinger levanta el vuelo es aferrado … Seguir leyendo

Teleñecos de museo

 

El Smithsonian de Washington, que no es precisamente un museo de chiste, le dedica estos días una exposición a Jim Henson, el creador de los teleñecos de Barrio Sésamo. Las míticas marionetas saltaron a los papeles el año pasado porque en Estados Unidos su edición en DVD había caído en las zarpas de la censura debido a que la pandilla de Sésamo no encaja ya, treinta años después, en los cánones de lo políticamente correcto (o sea, correctísamente ñoño, peñazo y demás palabras con eñe que no me atrevo a escribir). Un delirio, vaya.

Menos mal que el gran museo de la capital yanqui restaña un poco las heridas con esta exposición en la que, pasando mucho de los censores y de sus tijeras de mente estrecha, resucitan la rana Gustavo, intrépido reportero que generó más vocaciones periodísticas que el orondo Lou Grant; la acosadora cerdita … Seguir leyendo

Revival

Será por tocar las napias, pero me ha entrado saudade de la infancia, de la niñez, de esa pequeña isla del tesoro de la que ya no queda apenas nada, y hasta de la adolescencia, ese infierno diminuto al que uno sobrevive por la música, por los amigos (sí, y por las amigas, claro), por aquel libro que leímos por primera vez, yo qué sé, por una colección de instantes que luego convertimos en leyenda porque teníamos catorce años y nos lo estábamos pasando bien. Pero que muy bien. No es que te gustara especialmente aquella maldita canción de Spandau Ballet, sino que, cuando sonaba aquel tema romanticón, y hasta algo cursi, tú te lo estabas montando de cine, una tarde cualquiera, qué más da, con los colegas. Bueno, os dejo aquí, en plan revival, el vídeo de Gold, de Spandau Ballet, tema en el que se inspira ese … Seguir leyendo