La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
Seleccionar página

Hay una serie de asuntos en la vida que hay que aprender en el propio pellejo. En estos negocios no sirven de nada los libros, ni Google, ni las universidades, ni la risoterapia, ni la Wikipedia, ni el psicoanálisis. Ni siquiera los sabios consejos de nuestros mayores, a los que cada vez prestamos menos atención. Se ve que, por un extraño hábito del ser humano, cada generación quiere estrellarse ella solita contra el mismo paredón en el que se estampó la anterior camada. 

Una de esas grandes verdades que se aprenden a palos es el viejo axioma según el cual si uno ejerce este venerable oficio del periodismo es mucho mejor negarlo, llevarlo en secreto como los agentes de la CIA, y presumir, en cambio, de que se trabaja de pianista en un burdel. A los músicos de puticlub, que tocan de oídas, sin partituras ni mayores adornos, no les prohíben el paso en ciertas instituciones, no les propinan ruedas de prensa en las que no se permite hacer preguntas, y ni siquiera hay gente que confunda su profesión con la de personas como Pipi Estrada o Belén Esteban, que no sé exactamente quiénes son ni a qué se dedican, pero al parecer salen mucho por la tele y la peña los identifica con este antiguo oficio de escuchar, ver y contar. Oficio que ha sobrevivido a dos guerras mundiales, pero que tal vez no sobreviva a la napia de la Esteban y sus sucesivos divorcios.

Por estas cosillas de medio pelo, y porque si confiesas en público que trabajas de periodista te reprochan todo lo que publican todos los periódicos del planeta, hasta de los errores en el pronóstico del tiempo del New York Times, mola mucho más seguir la recomendación de los maestros de la cosa y contarle a la familia (incluso a la suegra) que sí, que anoche llegamos tarde porque hubo que afinar el Steinway del puticlub y la cosa se lió. Además, si aterrizamos algo rascados en el hogar dulce hogar, siempre podemos hacer como Tom Waits, que ya decía que el que bebía era el piano, no él.