La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Cuando veo los gráficos de la economía en los periódicos, con esas líneas descendentes que parece que se van a salir del papel, y sobre todo cuando escucho a los agoreros y a los profetas del apocalipsis, pienso que esta crisis me suena al alarido más famoso de la historia del cine, que no es el chillido de Tarzán, sino el el grito de Wilhelm, que nació con Tambores lejanos y se fue reproduciendo luego, película a película, en algunos de los títulos más celebrados del celuloide (véase la recopilación del vídeo).

A veces, ya digo, abro el periódico y escucho el grito de Wilhelm. Luego me calmo un poco, me pongo el abrigo (no tengo sombrero), abandono como Walser el cuarto de los escritos o de los espíritus y me echo a andar por la ciudad. Incluso, en algún momento de inesperado coraje, me atrevo a cruzar la línea Maginot y abandono mi barrio. Entonces vuelvo a escuchar el grito de Wilhelm, que se me ha colado sin saber cómo en un bolsillo del abrigo o del cráneo.