Recuerda El lamento de Portnoy que se cumplen ahora cincuenta años del estreno de uno de los grandes largometrajes de la historia del cine: Sed de mal (Touch of Evil), film escrito, dirigido y protagonizado por el gigante Orson Welles a partir de una novela de Whit Masterson. Portnoy elogia, con tino, la escena del cuarto, donde Welles se aproxima como pocas veces a lo que es un diálogo en la vida real: nada de frases limpias que se alternan a golpe de guión, sino palabras que se entrecruzan, que se pisan, que se cortan y prosiguen dentro de un minucioso y realista caos. Tiene razón Portnoy al apuntar que el arranque de la película tal vez ha eclipsado al resto de la cinta, pero es que ese plano secuencia de tres minutos y medio es sencillamente prodigioso. La cámara de Welles se planta en medio de la vida misma y sigue a los personajes sin un solo corte, bordando una coreografía que no se interrumpe hasta que estalla la bomba y empieza el duelo entre el policía mexicano Manuel Vargas (Charlton Heston) y el comisario norteamericano Harry Quinlan (Orson Welles). Obra maestra absoluta.
Una joya, una verdadera joya!!!
M
Se trata de uno de los mejores comienzos, técnicamente hablando, de la historia del cine. Cuántas veces se ha intentado copiar la magnificencia de este plano-secuencia… La última, y una de las mejores, en Expiación. Lástima que a Welles se empeñaran en joderle los proyectos, incluido este. Siempre nos quedaremos con las ganas de saber cómo hubiera quedado la película definitivamente de haberla montado él o de haber podido rodar exactamente lo que quería. Si así es una obra primorosa, lo que pudiera haber sido.
Saludos.
Gracias, Marta y 39 escalones. Realmente, Sed de mal es una joya y si Welles hubiese podido completarla a su manera, seguramente ya se habría salido de órbita. Saludos!
Sin duda, toda una verdadera joya cinematográfica. Pero en la carrera, en la parte práctica de un examen tuve que analizar esta película y vamos, digamos que me quedé a las puertas del aprobado… desde entonces cuando escucho el nombre o la veo empezar, un escalofrío recorre mi cuerpo… no lo puedo evitar, fue un manchón en mi expediente y me amargó un poquillo ese septiembre. Besitos!
Ay, Sabela, eso es lo que pasa cuando convertimos en materia de estudio las cosas que nos gustan… Besos