La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Recuerda El lamento de Portnoy que se cumplen ahora cincuenta años del estreno de uno de los grandes largometrajes de la historia del cine: Sed de mal (Touch of Evil), film escrito, dirigido y protagonizado por el gigante Orson Welles a partir de una novela de Whit Masterson. Portnoy elogia, con tino, la escena del cuarto, donde Welles se aproxima como pocas veces a lo que es un diálogo en la vida real: nada de frases limpias que se alternan a golpe de guión, sino palabras que se entrecruzan, que se pisan, que se cortan y prosiguen dentro de un minucioso y realista caos. Tiene razón Portnoy al apuntar que el arranque de la película tal vez ha eclipsado al resto de la cinta, pero es que ese plano secuencia de tres minutos y medio es sencillamente prodigioso. La cámara de Welles se planta en medio de la vida misma y sigue a los personajes sin un solo corte, bordando una coreografía que no se interrumpe hasta que estalla la bomba y empieza el duelo entre el policía mexicano Manuel Vargas (Charlton Heston) y el comisario norteamericano Harry Quinlan (Orson Welles). Obra maestra absoluta.