La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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En una librería de Barcelona que no sé si todavía existe, Documenta, en la calle Cardenal Casañas, encontré hace ya doce años un ejemplar del Peter Pan de James M. Barrie traducido nada menos que por el gran poeta Leopoldo María Panero, escritor obsesionado con la leyenda del escurridizo muchacho. La cosa tiene gracia, porque se supone que es una edición para el público infantil y ya el mismo prólogo de Panero, claro, no es precisamente apto para menores. Hasta tiene unos dibujillos infantiloides para disimular.

Pues bien, el comienzo de la narración de Barrie contiene una de las frases más devastadoras de la historia de la literatura. Nos adentramos aquí en la certera versión de Panero, el último poeta cuerdo en este país que, siguiendo una larga tradición, encierra a sus grandes escritores en los manicomios y a los otros los nombra académicos:

«Todos los niños del mundo, menos uno, crecen. Y no sólo crecen, sino que en seguida saben que han de crecer. Wendy lo supo del modo siguiente.

Cierto día, cuando sólo contaba dos años, estaba jugando en un jardín; arrancó una flor y corrió a llevársela a su madre. Es de suponer que Wendy debía estar encantadora, pues la señora Gentil, poniéndose una mano sobre el corazón, exclamó: «¡Oh! ¿Por qué no habrías de quedarte así para siempre?». No sucedió nada más entre las dos, pero, desde entonces, Wendy supo que crecería. Es algo que siempre se sabe después de cumplir los dos años. Los dos años son el principio del fin».

Y qué mejor banda sonora para este post que I Don’t Want to Grow Up, de Tom Waits. Espero que disfruten especialmente este inicio Ada, que el otro día me recordó el arranque de Peter Pan, y César Casal, que es un adicto a la leyenda de Nuncajamás.