Han pasado varios días. Y las sensaciones extrañas que me transmitió el resultado del congreso del PSdeG se mantienen. Me explico: Pachi Vázquez (nuevo secretario general) tiene todo el derecho del mundo a rodearse de gente de su confianza, pero se esperaba que -tras el touriñismo- se le diese más relevancia a los cuadros del partido. No ha sido así: el nuevo secretario de Organización (una vez más las quinielas se revelaron fallidas) es Pablo García, que procede de Unións Agrarias (organización afín al PSOE). Y varios miembros de la nueva ejecutiva también pueden adscribirse a un entorno rural.
El titular es coñero, pero definitivo: el PSdeG, que ostenta la alcaldía de seis de las siete grandes ciudades gallegas, mira hacia el rural.
Quizá se trate de una maniobra acertada y los nuevos dirigentes den pronto muestras de gran capacidad y criterio para contrarrestar la marea que ahora lleva al PP en volandas, pero también es legítimo preguntarse si no valdría la pena dar señales inequívocas de que se quiere disputar a fondo el voto urbano, el que siempre ha decidido los cambios en Galicia.