El viejo concepto de partido atrápalotodo (catch-all party) sigue siendo válido para definir el comportamiento de muchas formaciones en la actualidad: el ideario -suficientemente débil para no provocar grandes rechazos- y los principios están subordinados a los intereses electorales y a la conquista del poder.
Sin límites y en manos de las siempre peligrosas estrategias a corto plazo, este comportamiento da lugar a contradicciones más o menos evidentes y a situaciones paradójicas. Quizá en España el partido que mejor lo encarna es el PSOE, que puede mantener en Galicia una estrategia frentista frente al PP y en Euskadi aprovechar los votos de los populares para desbancar al PNV. Sin sonrojos. Y sin traumas.
Tan descafeinado y maniobrero, el PSOE adquiere la faz de lo que Félix Soria considera un partido veleta. Con todo lo que eso significa y puede suponer en votos. Lo dicen muchos estudios electorales: la mayoría de los ciudadanos votan a un partido determinado, y son fieles, pero lo hacen con una intención: no dan cheques en blanco, quieren que los destinatarios hagan políticas en consecuencia a sus intereses e ideas.