La Voz de Galicia
Sobre lo ambientalmente correcto, lo sostenible e insostenible y otras inquietudes acerca del estado del planeta Tierra
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Una vez más –casi siempre por estas fechas- me veo obligado a tratar aquí  de esa lacra de los incendios forestales que, tristemente, está siendo noticia recurrente a lo largo de este verano. Cuando aun quedan cuatro meses para terminar el año, ya han ardido en España más de 160.000 hectáreas (entre terreno arbolado y no arbolado), lo cual nos sitúa en una de las peores cifras de los últimos veinte años. Pero, a mi juicio, lo más grave de esta catástrofe son las once vidas humanas que se han cobrado hasta el momento los incendios forestales producidos a lo largo y ancho de toda España -de norte al sur, de este a oeste, en la península y en los archipiélagos- la mitad de ellos profesionales de los servicios anti-incendios (brigadistas, pilotos de aeronaves, agentes ambientales) y los demás, personas mayores y jóvenes, españoles y extranjeros. Y, dado que, como es sabido, una buena parte de los incendios en nuestro país son intencionados, esta trágica consecuencia es algo que ¡no lo podemos permitir!

Aun está viva en mi memoria el devastador incendio que, en abril de este año, asolaba parte de nuestro galaico Parque Natural de las Fragas del Eume, y que me suscitó una entrada en este blog, en parte queja y en parte desahogo frente al presunto pirómano. En caliente, ante las pavorosas imágenes de cualquier   incendio de gran magnitud, surge la cuestión inmediata: pero, es que ¿no hay forma de acabar con este problema de una vez por todas? ¿qué estamos haciendo mal? ¿qué debemos hacer? ¿cómo? ¿cuándo? ¿quién?

Y analizando con un poco de serenidad la abundantísima información disponible (en España y fuera de España) sobre esta materia y tantas instituciones trabajando sobre este tema, se deducen, a mi modo de ver, dos conclusiones bastante ciertas: de una parte, que -pese a todo lo anterior- el ser humano ha avanzado mucho en la lucha contra los incendios forestales, y, de otra parte, que, como consecuencia de los crecientes efectos del cambio climático, es muy posible que se recrudezcan los periodos de sequía que, a su vez, son desencadenantes de buena parte de los más graves incendios forestales

Desde que el hombre descubrió, en el amanecer de la Humanidad, el poder devastador del fuego, son muchos los medios técnicos que ha pergeñado para evitar o minimizar sus peligrosos efectos. Ciertamente la silvicultura y las demás ciencias forestales vienen aportando muchos conocimientos útiles para dicha tarea. Pero, en nuestros días, las soluciones más eficaces para la protección del medio ambiente (y, por lo tanto, también de la biodiversidad forestal) provienen de “estrategias integrales” en la que los expertos y profesionales de diversas ramas de conocimiento –que se proyectan sobre los espacios forestales- trabajen de forma interdisciplinar

Y así, los ingenieros forestales han de aportar su ciencia sobre los mejores sistemas de protección y gestión de los bosques; los ecólogos nos ilustrarán cómo mantener  el equilibrio de dichos ecosistemas; los urbanistas diseñarán los más respetuosos desarrollos urbanísticos con su entorno natural; los juristas propondrán medidas represivas y compensatorias que castiguen y desincentiven la producción de incendios; los sociólogos investigarán las causas de los daños producidos; etc. Las Administraciones públicas trabajarán de la forma más coordinada y colaborativa  posible ante la creciente escasez de recursos financieros. Siempre aprenderemos de nuestros fallos, y sobre todo, lo que, a mi juicio, es la medida preventiva más importante, enseñaremos a nuestras jóvenes generaciones lo vital que es mantener nuestro patrimonio natural, lo irracional y suicida que es degradarlo, y lo absurdo que es sacrificar vidas humanas en su preservación.