La Voz de Galicia
Sobre lo ambientalmente correcto, lo sostenible e insostenible y otras inquietudes acerca del estado del planeta Tierra
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En este año 2012 que, presumiblemente, será el año en que se dicte la esperada Sentencia penal sobre el “caso Prestige” (decenas de miles de folios del sumario esperan en el archivo de la Audiencia Provincial de Coruña a que se inicie el macro-juicio), me parece muy oportuna traer a colación aquí una Sentencia –que pasó un tanto desapercibida para la opinión pública- dictada, el pasado 7 de noviembre de 2011, por el Juzgado de lo Penal nº 1 de A Coruña en el conocido como “desastre del río Xallas”. He tenido acceso a ella gracias a mi buen amigo Oscar FRANCESCH, magnífico ambientalista y extraordinario dinamizador de Voz Natura, además de aficionado a la pesca fluvial.

Por si no conoce la historia: en los “hechos probados” de la Sentencia se narra que, al menos, desde el 24 de septiembre de 2007 y, en particular, en la mañana del 10 de noviembre de ese año, la cuenca de río Xallas (situado en los términos municipales de Dumbria, Vimianzo y Mazaricos, en el corazón de la “Costa da Morte”), entre la presa de “A Fervenza” y el embalse y presa de “Ponte Olveira”, perdió su caudal ecológico, provocando una acumulación de lodos y la mortandad de no menos de 15.000 ejemplares de fauna piscícola (principalmente truchas y bogas). Y a la par, resulta también probado que la empresa Ferroatlántica S.L., pese a la bajada del caudal por efecto de la sequía de aquellos días, siguió aprovechando su concesión hidroeléctrica, contraviniendo la normativa ambiental y de aguas, y vaciando, casi por completo, el embalse denominado “A Fervenza”. Se dice que es el único río de Europa que desemboca en cascada en el mar.

Pues bien, el referido Juez penal condenó a dos directivos de la empresa Ferroatlántica (al director de la explotación del sistema eléctrico y a su consejero delegado) por delito contra el medio ambiente, con penas de cárcel y de inhabilitación, así como, solidariamente con la citada empresa, a una indemnización de más de 300.000 euros, cantidad en la que se estima el valor de la reparación del equilibrio ecológico perturbado y la realización de actividades directamente derivadas del entorno del embalse.

A mi juicio, lo más interesante de esta historia, aparte de buen trabajo del Ministerio Fiscal y de los elementos que para el juicio aportó el organismo Aguas de Galicia (titular del bien jurídico tutelado), es que, en la acusación, junto a la Xunta de Galicia, intervinieron la Federación Galega de Pesca y el Club Salmo de Pesca Deportiva (al que pertenece mi amigo Oscar). Y es que la generosa actuación de estos buenos pescadores fluviales ha permitido que se haga justicia frente a los que irresponsablemente pretenden obtener rentabilidad económica sin importarles que “se hunda mundo”.

Ojala aquí en Galicia –este “país de los mil ríos” de que hablaba el genial Álvaro CUNQUEIRO– y en todo el mundo hubiera personas tan benéficas como estas. Por encima de los miles y miles de estrategias, planes, normas, estudios, proyectos, etc. de que disponemos para la protección ambiental –que, no dudo, son necesarios- lo más importante son estas personas (muchas veces anónimamente) que sienten en sus vidas el maltrato de su entorno y de sus recursos naturales y que, pese a las dificultades, no se quedan inactivas, y actúan, y protestan, y promueven todos los recursos a su alcance. Pienso que es de justicia que reconozcamos su extraordinaria labor.