La Voz de Galicia
Sobre lo ambientalmente correcto, lo sostenible e insostenible y otras inquietudes acerca del estado del planeta Tierra
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Ya estamos en el 2012. Y, tras las rebajas, la empinada cuesta de enero de un año que, según los analistas económicos, va a ser muy duro puesto que estamos sumidos en la temible recesión. El nuevo Gobierno del PP ya está empezando a sus medidas: subida generalizada de impuestos, congelación del sueldo de los funcionarios, contención del gasto público, reajustes presupuestarios y un largo etcétera. Y lo que queda…

¿Estamos comenzando una nueva fase histórica? ¿Se ha iniciado el desmantelamiento del Estado de Bienestar? ¿ha llegado el momento para cambiar de modelo productivo? Son algunas de las grandes cuestiones que muchos nos preguntamos pero que nadie, por ahora, es capaz de responder. Los políticos son incapaces de hacerlo por su irremediable cortoplazismo y los economistas –rápidos para alertar de los aspectos sintomáticos- son menos duchos para desvelar las causas profundas de la crisis y, por ende, para ofrecer las recetas adecuadas.

Entonces, ¿qué nos queda?, ¿qué debemos hacer? Quizá, después de varias décadas de un consumismo galopante, ante lo que se avecina, lo más socorrido sea recomendar –medio serio y medio en broma- eso de: a partir de ahora, la fórmula del “con-su-mismo”, es decir, con su misma casa, con su mismo coche, con su misma ropa… hasta que mejore la situación económica. Por si esta solución no convence (y quizá sea contraproducente porque sólo sirve, según los expertos,  para enfriar más la economía) podemos acudir a una abudantísima literatura de autoayuda. Reconozco que no soy muy aficionado a este género literario pero lo cierto es que hay muy buenos libros para todo, para buscar trabajo, para mejorar las relaciones familiares, para evitar caer en el estrés o en la depresión, para adelgazar, para ahorrar gastos superfluos, etc. Muchas veces los mejores títulos rezuman simple sentido común aunque cada vez es el menos común de los sentidos. Por cierto, aprovecho para recomendar la lectura de los magníficos consejos de José Ramón Chaves, recogidos en en su exitoso blog jurídico, para ahorrar (o hacer más sostenible nuestro bolsillo).

Desde hace algunos meses sigo con curiosidad –ciertamente a distancia- una literatura de autoayuda que utiliza en sus títulos la terminología ambientalista: “Inteligencia ecológica”, “Ecología emocional para el nuevo milenio. El arte de reiventarse a uno mismo”, “Reciclaje emocional. Aprende a controlar tus emociones”, etc. Muchos de ellos constituyen excelentes ejemplos de cómo es perfectamente posible aplicar por las realidades personales –de forma simbólica, claro está- muchas de los conceptos que se utilizan en la ciencia de la ecología: que si la “contaminación emocional”, que si “las energías renovables afectivas”, que si los “ecosistemas personales”… incluso se ha publicado una sugerente  obra titulada “Gente tóxica. Las personas que nos complican la vida y cómo evitar que sigan haciéndolo”. Y por supuesto, son innumerables las obras que tienen por objeto el fomento de los hábitos de sostenibilidad ambiental: “Calcula tu huella ecológica”, “Cien maneras de ser ecológico”, “Eco-¡lógico!”, “Como respetar el medio ambiente en tu casa”, “Cuida de tu entorno”… ; en ellos encontraremos un montón de razones –más o menos fundamentadas- de tener una existencia más sostenible.

No me atrevo a recomendar ninguna de estas obras, aunque en algunos casos no dudo de su utilidad. De todas formas estoy totalmente convencido de que el futuro de una sociedad sostenible pasa por la difusión de hábitos personales de conducta más respetuosos con el medio ambiente (que es manifestación del famoso lema ambientalista “piensa global y actúa localmente”). Y en esta tarea, mucha responsabilidad tienen los medios de comunicación y -lo que es más difícil todavía- el mundo de la publicidad. Sin su implicación mucho me temo que tardaremos algo más en conseguirlo.