La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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La música en vivo en Galicia presenta un futuro incierto. Ocho responsables de salas de conciertos explican cómo harán frente a la situación. En su contra, la crisis económica, la subida del IVA, el descenso de patrocinios y una generación educada más en los festivales que en los garitos. A su favor, el amor por un modo de entender el rock y el pop que ha resistido ya carros y carretas y que siempre se presenta oportuno.

Al final, todo vuelve a su origen. Se acabó la era de los concejales prometiendo un FIB en su pueblo aunque no se pudiera asumir económicamente. También la de las instituciones haciendo obra social contratando en teatros a artistas que, ya puestos, inflaban cachés. Y, por supuesto, los hosteleros ajenos al mundillo estirando el brazo a la música en vivo en busca de su parte del pastel. La realidad obliga a dar marcha atrás. Y salvo excepciones, el público que quiera disfrutar de música en vivo tiene que volver al punto de partida: las salas de conciertos.

Lo hace con menos euros en el bolsillo y bastante menos optimismo en la cabeza. Y eso desde el sector que siempre ha estado ahí, a las duras y a las maduras, se observa con cierta preocupación en el arranque de temporada. «La gente no tiene dinero. Y o se trata algo que le interesa mucho o se queda en casa», comenta Pablo Iglesias, responsable de la sala Mondo en Vigo, una de las ciudades que vivió una época tan dorada que casi muere de éxito: «Hubo un exceso de oferta tremendo. El año pasado era ya algo exagerado. En un mismo día podían coincidir cuatro conciertazos y estaba claro que no podía seguir así».

Más selección en los artistas y, sobre todo, bajada de precios. Entre esos dos polos deambulará la apertura del curso en las salas gallegas. «La tendencia ahora es reducir todo, desde el precio de las entradas a los cachés», explica Rubén Coca de la sala Super 8 de Ferrol. «Los grupos son conscientes también de este cambio —continúa—, aunque es complicado porque sus gastos son siempre los mismos. El mismo material, instrumentos, desplazamientos… y la posibilidades de rentabilizar su esfuerzo resultan cada vez menores». En ese sentido, Pablo Iglesias, de Mondo, da un ejemplo: «Antes, a lo mejor te veía un grupo pequeño, que acababa de empezar, y quería cobrar 10 euros. Ahora eso es imposible».

Mantener el tipo
Pese a todo, el sector no piensa recular ante la crisis. Todos los responsables de salas consultados para este reportaje aseguran que van a mantener el mismo volumen de actuaciones. Alguno incluso incrementará fechas. Es el caso de Capitol, en Santiago. «Vamos a aumentar la oferta —asegura Antonio Borrazás, su director de programación—, porque tenemos la intención de abrir todos los fines de semana con actuaciones en vivo. Inauguramos este fin de semana el Capitol Club, un nuevo escenario que servirá para actuaciones de pequeño formato, la mayoría de ellas con carácter gratuito».

Tanto a Borrazás como a sus colega se les presenta además a un enemigo inesperado: el IVA, que se sitúa desde el mes pasado en el 21 % frente al 8 anterior. «Es como si, de repente, te apareciese un nuevo socio», sintetiza Pablo Iglesias. «Se trata un golpe durísimo para el sector cultural, una subida así es inasumible», opina Tomás Legido, de la sala Mardi Gras de A Coruña que lleva el tema más allá: «No solo es el IVA, el precio de la gasolina es muy importante a la hora de venir a tocar a Galicia». En La Iguana de Vigo aún tienen esperanzas de que el gobierno dé marcha atrás: «Esperamos que se den cuenta de que es una decisión injusta y que la cultura es un bien de primera necesidad y no como lo consideran, un entretenimiento», expone Fran Casanovas.

La postura general pasa por no cargar esa subida al cliente. «Vamos a mantener los precios de siempre, solo subiremos algo los de las consumiciones porque las teníamos baratas», comenta David Pedrouzo, del Torgal, en Ourense. «Incrementar cinco euros la entrada supone vender menos localidades y, por consiguiente, hacer inviable un evento. Nosotros lo vamos a asumir como muchas otras empresas privadas en este país», apuntan desde Capitol. La postura más llamativa se encuentra en Pontevedra. Marcos Rivas, de Karma, opina así: «A nosotros nos da un poco igual lo del IVA. Hay cosas peores en el mundo. Si aguantamos las cosas peores y estos quieres subirlo, ya lo bajarán cuando se den cuenta de que la gente se olvida de los problemas con la cultura».

Patrocinios
El dinero público apenas cuenta en las pequeñas salas. Ahora el ciclo Galicia Importa (auspiciado por la Xunta) o el Girando por Salas (por el Ministerio de Cultura) tienen alguna incidencia. «Más que perder, lo que supone es los patrocinios que se va a dejar de crear», precisa Carlos Landeira de Le Club, en A Coruña. Mira, como tantos otros, a lo privado: «Las marcas tienen aquí un buen escaparate. Un concierto se asocia a algo positivo por el que lo va a ver. Muchas se están dando cuenta y se están introduciendo en la música».

Destaca, en ese terreno, la cervecera Estrella de Galicia, que dentro de Son Estrella ha incluido salas como Le Club, Capitol, Mondo o Torgal, dando lustre a su programación con propuestas internacionales. Otras como Heineken lo hacen en Mardi Gras. «Ese es el camino. Esto no deja de ser un negocio que tiene que funcionar. Lo de los patrocinios públicos hizo mucho daño inflando los precios. Todo eso tiene que cambiar no puede ser que pase aquí lo mismo que con las compañías de bajo coste», concluye Pablo Iglesias.

Fotos: Arriba, escenario del Café Pop Torgal (anónima). Abajo, público en la sala Le Club (Sergio Vieites)