La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Lenny Kravitz
A Coruña, Coliseo
31-5-2012

¿Cómo le dice un crítico a las 8.500 personas que llenaron el Coliseo de A Coruña que Lenny Kravitz está totalmente sobrevalorado? ¿Cómo le explica a esa pléyade de gente entusiasmada que el músico no pasa de ser un correcto alumno de The Beatles, Jimi Hendrix, Stevie Wonder y tantos otros? ¿Cómo se puede apuntar, en ese clima y sobre todo en esos clímax, que su pastiche jamás ha ido más allá de un intrascendente círculo de recreación hacia la nada? La respuesta resulta obvia: de ninguna manera. Todo caería en saco roto.

Lo vivido el jueves en A Coruña se puede resumir en una palabra que se hace necesario deletrear: a-do-ra-ci-ón. Ese público ama a Lenny Kravitz. Suspira porque se quite las gafas de sol. Aplaude ante cualquier movimiento supuestamente imprevisto que haga. Enloquece si ve que se apea el chaleco. Y se derrite cuando el cantante se queda impertérrito durante un buen rato, dejándose querer por el aplauso popular. Como las folclóricas, Lenny se echa la pasión de sus fans como quien se lava la cara. A cambio les ofrece exactamente lo que buscan: hits, hits y más hits.

Sí, no se complica la vida. Tras abrir con Come On Get It ,del album que venía a presentan, Black & White America, disparó un Always On The Run algo agarrotado. Luego, un American Woman crecido en vivo. Y, un poco después, Mr.Cab Driver emprendiendo la carretera hacia el éxtasis. Para entonces ya no había nada que hacer. Pese al mal sonido inicial –metálico y embarullado, al menos desde la zona de prensa- Lenny estaba arrasando a golpe de rock negro, carisma, aura de estrella y un repertorio bastante apañado y muy pero que muy efectivo. En el traslado del greatest hits a las tablas destacó muy especialmente la sección de vientos, excepcional en todo el concierto propulsando los temas.

Tras el paseo por el relax y el terciopelo de Stand By My Woman y Belive, llegó la traca final. Fusionando Fly Away y la celebérrima Are You Gonna go My Way? puso el Coliseo patas arriba. Y cuando el bis anunciaba paz y sosiego de la mano de I’ll Be Waiting, llegó la locura. Un Let Love Rule extendido a más de 15 minutos sirvió para que Lenny bajase al foso y lo recorriese de lado a lado. Todo normal, pero ya puesto y contra lo previsto, subió a la grada, se paseó por los pasillos de medio Coliseo, saltó desde ella a la mesa de sonido y, poniendo de los nervios al personal de seguridad del recinto, emprendió camino hacia el escenario en medio de un público. Este, en estado de delirio total, no se lo podía creer.

Ante tal júbilo colectivo, soltar cualquier tipo de reproche solamente evidencia una cosa: que una buena parte de la crítica y el gran público van por caminos (muy, pero que muy) diferentes. Y ya se sabe lo que se dice en estos casos: el cliente siempre tiene razón. Máxime cuando en un momento como el actual es capaz de soltar entre 36 y 46 euros por una entrada. Eso sí, con la comprensión de su ídolo que les agradeció el esfuerzo de gastar ese dinero en los tiempos que corren.

Foto: César Quian

Álbum de fotos del concierto aquí