La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
Seleccionar página


La historia de The Phantom Keys es la historia de una obsesión, la de unos chavales de O Grove (Pontevedra) que se enamoraron perdidamente de los sonidos de ryhtm n’ blues y garage de los sesenta. «Aquello sonaba fresco y diferente a lo que podías escuchar en las radios y en los garitos y nos enganchamos totalmente», recuerda Roi Fontoira, uno de los protagonistas originales de la aventura. Corría 2005, tenía apenas 15 años y la idea clara de que su postura de fan no se iba a limitar a escuchar esa música en su habitación adolescente. No, él extraería la esencia de ese sonido pretérito, lo pasaría por su visión y lo expulsaría sobre un escenario con su propia banda.

Todo ello ocurría mientras la radio escupía los singles de Kylie Minogue, Muse o La Oreja de Van Gogh. ¿Perseguía quizá con esa obesión un ideal de autenticidad perdida? «No, que va, no era cuestión de eso. Hay música actual que no está en mi discoteca, pero que seguro que le suena verdadera a otra gente que la escucha. Es mucho más sencillo que todo eso. De pronto, algo te llega, indagas en ello, profundizas y te acabas metiendo en el ajo casi involuntariamente».

Ese chispazo lo encontraron en los primeros álbumes de The Rolling Stones, pero también en los de Pretty Things, Them, Chocolate Watch Band, The Standells o los míticos recopilatorios Nuggets o Pebbles. Y lo trasladaron a algo tan insólito como una banda de revival garagero domiciliada en el corazón de las Rías Baixas. «Puede parecer insólito aquí, pero en Inglaterra esa es la música popular, es como aquí Rocío Dúrcal, lo más normal y cotidiano del mundo», reflexiona.

La exploración en las raíces de esta etapa seminal del pop continúa. «Ahora escucho mucho jazz y blues. Pero sobre todo me fijo en las influencias de estas bandas de r&b que nos han marcado, que son fundamentalmente música negra», detalla Roi. Se hace necesaria una precisión. Cuando el músico habla de r&b nada tiene que ver con el mismo término que hoy en día se emplea para referirse a Rihanna o Beyoncé. «La verdad es que creo que deberían acuñar otro para no despistar a gente. Porque poner, por un lado, a Slim Harpo y por otro a Beyoncé bajo el mismo concepto tienen que descolocar a cualquiera. Los historiadores de la música, si los hay, le tienen que poner orden a esto. !Por Dios!», dice entre risas.

Esta erudición musical aplicada a su propia formación la han llevado por media Europa: «Hemos tocado en Italia, Inglaterra, Holanda, Francia y Portugal»¿Y cómo logra una proyección así una banda tan pequeña? «Por el boca a boca dentro del circuito de música sixties, que es donde más se ha movido lo nuestro. De todos modos, no queremos cerrarnos solo a eso e ir a otras escenas siempre que podamos. De hecho, ya hemos tocado en algún evento de corte indie».

Reivindicación del origen del r&b
Roi (guitarra), Nacho Hermina (bajo), Alberto Chao (batería), Manu Alfonso (guitarra) y Marcos Mascato (voz) no engañan a nadie. Tampoco lo pretenden. Desde la cubierta exponen al oyente claramente lo que se va a encontrar. Botines chelsea, chaquetas de tres botones, pantalones hipsters y gorras de época. Todo muy sesentero, muy británico, muy, en definitiva, de otra época. Y aunque ellos aseguren que se encuentran muy bien en la Galicia del 2012, todo remite a un apasionado aroma a fans rescatando el inalcanzable espíritu de una era dorada.

Con The Real Sounds of… la banda de O Grove da el salto al elepé, tras el aprendizaje previo en singles. Para lograr el sonido deseado han recurrido a Mike Mariconda, quien les ha proporcionado un delicioso acabado vintage desde el primer al último tema. El oyente asistirá a un festín de guitarras crudas, que igual remiten a iconos del pop inglés de los primeros sesenta como Rolling Stones o Pretty Things, como lo hacen a bandas holandesas tipo The Outsiders o Q65. Liberados de la estrechez del sencillo, The Phantom Keys aprovechan para ir más allá en el registro y sorprenden en el tramo final. Ahí está I Was True, baladón soulero al estilo de Them que cierra un disco que pide sitio entre los aficionados del género.