La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Concierto tributo a Dylan con músicos gallegos en A Coruña, Pub Joana’s Place. Sábado. Lleno

“La versión del Blowin’ in the Wind del 75, esa así que mola”. Tipos con sombrero. Gafas de sol dentro del local. Sudor. “Un aplauso para Joana, por tener un local así, que faltan muchos en la ciudad. Necesitamos más blues y menos Melendi”. Dylan es reinterpretado en clave blues ¡con flauta travesera! por Javier Prado, el chico de los Moondogs Blues Party. También a trío acústico, con Zapa, Graham Summer y Luis Moro, que más bien parecían la versión encogida de Crosby, Still, Nash & Young. “¿Nos vemos en Vigo, no?”, era la pregunta. The Ballad of the Thin Man resuena con una interesante versión acústica. !Qué más da! Hacer una crítica de un concierto tributo así es como hacer una crítica de una fiesta de cumpleaños. Eso, fiesta. “!Falta solo una semana para ver a Dios!”. Saludos desde el escenario. Guiños. Desde el público se llama a los músicos por el nombre. Y es que no hay escenario, se toca a ras de suelo. Carlos Childe, camarero del local se une. Tocan She Belongs To Me con maneras de blues clásico. Móviles disparan fotos. Corre la cerveza. Se invoca incluso el Dylan maldito de los 80. Solo los muy metidos reconocen el tema. Suena luego Hurricane. El cantante y el bajista de los Highlights, el grupo tributo que cierra la noche, cantando por el mismo micro. Abajo, en los pies de ambos: zapatos blancos puntiagudos versus botas de rockero. Magín Blanco, más pop con su preciosa rickembacker, se suma a la fiesta para Knockin´on Heaven´s Door . “Espero que no la conozcáis por los Guns n´Roses”. Muchas calvas. Gente de treinta y de cuarenta, pero también chavalada. Una niña de unos 17 años gasta la memoria de su cámara disparando todo tipo de fotos. Es su primer concierto en una sala. “Me encantó” ,dice al terminar. “Y ahora Tello subirá a tocar las maracas”, suelta el bajista de los Highlights. Magín Blanco tras castellanizar a Dylan, termina con Lay Lady Lay. Lo dicho, el pop. A unos tres temas por barba entre actuación y actuación, el debate. Eruditos de Dylan comentan las diferentes veces que los han visto. Como es normal se exagera. Y, claro, se miente un poco.

Todo finaliza con Like a Rolling Stone, coreado entre todos. Gesto satisfactorio en la audiencia.

Feria del Disco. A Coruña. Hotel Hesperia. Domingo. Poca asistencia

Olor a vinilo viejo. Dani Puntas de Viuda Gómez en la puerta, con su sonrisa de eterno adolescente. Pestañas por estilos: Hard-rorck, Soul, San Francisco, Indie-punk-gótico, etcétera… Los grandes grupos tienen su compartimiento particular. Predomina de los 80 para atrás. El ambiente es desolador para la venta, pero muy cómodo para quien quiera pasarse unas horas rebuscando en las cubetas. Apenas seis puestos y 1,50 euros la entrada. Muy, muy poquita gente y toda de cierta edad. Si lo comparamos con la afluencia que este tipo de ferias allá por los noventa, no hay color. Eso sí, algunas cosas siguen igual: mayoría absoluta masculina entre el público, los Beatles como reyes absolutos del cotarro y las conversaciones míticas de a ver quién controla más hechas en voz alta. Estas, un clásico de las tiendas de discos, se hiperbolizan en este tipo de encuentros. “Mira la copia francesa del Exile, déjame ver a ser si tiene la galleta original”, le comenta un chico a su novia, cuando en realidad desea que los 5 o 6 que andan por allí perciban que controla. Saca el vinilo y lo examina, girándolo. Luego llega el compadreo con los vendedores. “Ya estuve el año pasado, ¿recuerdas?”. Se avista la joyita de rigor, la que no se compras, pero que se coge, se mira, porque nunca la tuviste en la mano en tamaño real. Se trata de la edición española censurada del Who´s Next de The Who con cubierta diferente a 100 euritos de nada. Luego se avistan cosas interesantes. Casi todos los elepés de The Triffids en vinilo por menos de 10 euros cada uno. Idem con los de The Jam. Y luego están esas reediciones tan molonas que salen ahora con grueso vinilo de 180 gramos, redactadas en checho e inglés y que muchos coleccionistas no toleran. Ya se sabe, la autenticidad.

Algunos de los discos que se venden llevan firma. Es una sensación muy triste. Ayer, por ejemplo, había una copia del primer álbum de Los Flechazos Viviendo en la era pop con “Un abrazo a…” su dueño original autografiado por los componentes del grupo. Ahora, pues se vende a 40 euros. Da la sensación de que se vende ahí una página de un diario de alguien, que da pena verla arrancar. Entran ganas de comprarlo y mandárselo en sobre certificado, por sorpresa, a quien se desprendió de él.