La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Uno de los efectos secundarios de Operación Triunfo fue la instauración de ese concepto indeterminado llamado “música de calidad”. Se supone que, a diferencia de Bisbal y compañía, existía en el panorama patrio un elenco de artistas de garantías ante la pachanga de los triunfitos. Esta miope (y mucho me temo que interesada) visión de la jugada jamás miro más allá del mundo de la radiofórmula, relegando al ostracismo al mejor pop del momento (recordemos, por ejemplo, el brillo de Chucho, Nacho Vegas o Nosoträsh allá por el 2001/2002, fecha de irrupción del concurso) en favor de bandas muy menores y, en comparación, totalmente prescindibles. Era el “efecto autenticidad”: con tal de emplear guitarras, componer tú los temas y no sonar latino pues parecía que ya se había ganado la credencial de gran grupo.

A la cabeza de aquel barco figuraban los zaragozanos Amaral. Entonces nos explicaban en sus canciones que, sí, escuchaban el Marquee Moon de Televisión. Luego, a efectos prácticos, no llegaban ni a ser una triste versión de Natalie Imbruglia y esa filosofía mujer-perdida-en-el-mundo-suplicado-ser-querida-pero-mira-cómo-te-echo-de-menos. Ahora, con su quinto álbum, Gato Negro Dragon Rojo, el dúo mira al mundo cómodo desde lo más alto de la lista de ventas, pero esa situación no les ha motivado ni a mover ficha en el sonido ni, por supuesto acudir a niveles superiores. Lamentablemente, siguen navegando en la mediocridad más absoluta.

Tiran con bastante poca gracia de las guitarras de The Byrds por aquí (Gato negro), apuntan al cruce entre U2 y Coldplay por allá (Kamikaze) y se enredan con frecuencia en la complacencia del medio tiempo AOR (Rock and Roll). Pero más allá de esa asepsia formal, lo duro de verdad llega con los vuelos poéticos de Eva Amaral y su portentoso chorro de voz. Escuchar, así tan alto, cosas como “Ya no tengo solución, sé que no tengo remedio, rock and roll para ser libres como el viento” es como para sonrojarse. Que te pretendan convencer que ahí está el equivalente a lo que un día supusieron Radio Futura o Nacha Pop (es decir, la ecuación perfecta de ventas y calidad) ya es como para preguntarse si no será todo una broma. ¿De verdad alguien piensa que esto es lo mejor que puede dar el pop nacional? En caso afirmativo llega la segunda pregunta: ¿Ese alguien ha escuchado, por ejemplo, a Sybil Vane, Nadadora o los Lori Meyers? La tercera casi mejor nos la callamos.