La Voz de Galicia
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El síndrome premenstrual es un trastorno recurrente en la fase lútea del ciclo ovárico caracterizado por irritabilidad, ansiedad, labilidad emocional, depresión, edema, dolor mamario y cefaleas, que ocurre durante los 7 a 10 días anteriores al inicio de la menstruación.

El trastorno disfórico premenstrual es una afección en la que la mujer tiene síntomas de depresión graves, irritabilidad y tensión antes de la menstruación, los síntomas  son más intensos que los que se observan en el síndrome premenstrual.

Estas dos entidades diagnósticas están catalogadas y descritas desde hace décadas en los manuales diagnósticos internacionales de medicina, igual que la gripe, las migrañas menstruales, las infecciones de orina recidivantes o las depresiones recurrentes.

Como entidades diagnósticas que son, los médicos y psiquiatras las conocen y  tratan desde siempre y !claro que se dan bajas laborales por estos padecimientos!

No sé a qué viene legislar algo que ya se hace y menos que lo presenten como el sumun del progresismo y digan que «el mundo nos va a admirar»; ¿Porqué? ¿por decretar por Ley que si una mujer no puede desarrollar normalmente su vida laboral precisa de una baja? La verdad, yo no sé que lee esta gente, quién las asesora ni en qué mundo viven.

El dolor no es  objetivo y para calibrar su intensidad sólo disponemos de escalas analógicas y el ojo clínico. Esta cualidad subjetiva del dolor hace que muchas veces se sea muy difícil valorar el grado de invalidez.  El dolor intenso, sin embargo, se reconoce fácilmente.

De aprobarse la ocurrencia auguro un aumento geométrico de bajas laborales por dolor premenstrual, sabemos que cuanto más avanza la sociedad del bienestar, mas ciudadanos se declaran enfermos.

El mundo laboral -como dice Yolanda Diaz- «no es neutro… y lo que tenemos que garantizar desde las Administración es que las normas no tengan impacto de género”.

El impacto de género está cantado por que la medida no va a conseguir otra cosa que lo que dice el profesor Bastos:  generar una discriminación selectiva de la mujer. No por machismo ni racismo sino por economía de mercado. La norma podrá ser usada y abusada en el sector público pero no en el privado al que siempre le resultará más rentable contratar varones sin tener absolutamente nada en contra de la mujer; si los hombres tuvieran la regla harían lo mismo.

El ciclo menstrual de la mujer ha sido siempre un angustioso e inquietante misterio para el hombre, la sangre femenina que mana luna tras luna de su cuerpo sin herida alguna  inquietaba y asustaba mucho a nuestros antepasados varones porque veían una desigualdad física respecto a ella y una falta por la que sangraba periódicamente sin sufrir daño alguno.

Terror y adoración.