La Voz de Galicia
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A vueltas con un trabajo sobre la adaptación al futuro después del Covid, me encontré con un detalle en el que no había reparado: la portada del Leviatán de Thomas Hoobbes ( 1588-1679) – ese cartucho de postas acerca de los gobiernos autoritarios que se instauran al rebufo de la necesidad de protección de sus súbditos, concediéndoles un derecho ilimitado sobre su vida y su muerte. Básicamente, el Leviatán, el Gobierno, es una figura terrorífica pero necesaria para Hobbes, que sirve para que prevalezcan la paz y el orden necesarios en el progreso de la civilización.

En la portada del Leviatán se representa una figura humana construida con las cabezas de los súbditos a los que protege; en una mano porta una espada y en la otra un báculo que representan el poder de las armas y de la religión a la hora de ejercer su poder . La base de la figura representa una ciudad desierta en la que solo se ven algunas figuras con las máscaras de pico que utilizaban los médicos en la lucha contra la  peste.

La imagen no pude ser más sugestiva del tiempo que hemos vivido durante la pandemia: gobiernos devenidos autoritarios que dictan severas medidas a la población sin réplica alguna y unos sanitarios encargados de luchar contra la enfermedad. En nuestro caso el báculo del Leviatán tendría que sustituirse por un móvil.

El Leviatán es un monstruo marino semejante a un dragón cuya creación se relata en el Génesis y es considerado uno de los siete demonios principales junto con Lucifer, Asmodeo, Mammón, Belcebú, Satanás y Belfegor, todos con la misma marca.

La marca de la Bestia es otro significante sugestivo, se encuentra en Apocalipsis 13: 16-18: » Además logró que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente, de modo que nadie pudiera comprar ni vender, a menos que llevara la marca, que es el nombre de la bestia o el número». Según algunas doctrinas evangélicas, este número sería la marca que impondría un dictador mundial (el Anticristo), en la mano derecha o la frente de cada ser humano, al final de los tiempos. Y digo yo ¿esa marca no es algo muy parecido a la marca en forma de código  QR que en el mundo pospandemia nos han tatuado para poder realizar cualquier actividad social?

El control del ciudadano se ha ido fraguando a lo largo de la historia tras cada epidemia. La implantación del DNI, los números y nombres de las calles, se instauraron para tener controlados a los ciudadanos. Hoy tenemos el QR y el google maps.

Sin lugar donde esconderse.