La Voz de Galicia
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Hace poco más de un mes y en relación con los resultados de las elecciones madrileñas comentaba en el tonel que  a la izquierda no la habían derrotado los contenidos, sino las formas. Las formas impositoras y despreciativas de matón de billar, insultar a la gente por sus ideas y sus votos, las soflamanifas en los hemiciclos y el desprecio a sus mayores y a la historia.

Con motivo del encuentro anual del círculo de Economía en Barcelona y la próxima comparecencia de Sanchez en el Liceo para tender la mano del indulto a los presos políticos, volvieron a fallar las formas.

No reconozco a la Cataluña que mamé cuando veo esas conductas de parvulario chotuno en las que se pierden las normas básicas de  cortesía y el «seny» que tan a gala hemos tenido los catalanes. Lo cortés nunca quita lo valiente, mas al contrario lo destaca.

Esta política de gestos infantiles que no aporta nada salvo la aquiescencia pandillera de los hooligans del procés catalán.

Las asperezas y groserías sólo incitan odio y desprecio, la cortesía y la educación, despiertan la benevolencia y el aprecio de quien las recibe.

La cortesía y la amabilidad son propias de gente hábil y educada que sabe utilizarlas para trasmitir de forma eficaz lo que reivindica, cosa imposible desde el exabrupto y el desplante. La buena educación no cuesta nada.

A los apóstoles del procés -la derecha estelada y la izquierda tardonacionalista- también les ha perdido y les pierden la formas. Van tan sobrados de razón y soberbia como escasos de cortesía y humildad, despreciando a la mayoría de agnósticos que no comparten su doctrina ni su liturgia descortés. Más bien  nos da vergüenza ajena la falta de respeto que exigen a los demás.

No era una ensoñación, es una pesadilla.