La Voz de Galicia
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Recorté hace años una viñeta de Quino en la que se ve una manifa multitudinaria frente a un puñado de policías que -cubo en mano- lanzaban pastillas de valium a los manifestantes. La misma idea que  otra en la que Mafalda  metía aspirinas en un globo terráqueo para que se calmara.

Ambas escenas resultan premonitorias del mundo que estamos armando como aquellos Meccanos de mi infancia en los que conforme se avanzaba en complejidad, iban sobrando más elementos (ahora el Meccano se monta en impresoras 3D y sin límite de piezas).

La embalada deriva de la civilización y el muro de virus contra el que se ha esnafrado ha causado más bajas que todas las guerras del pasado juntas siglo y puesto a todos de los nervios.

Nervios en Cataluña, nervios en Madrid, nervios en el supermercado global y nervios en nuestras casas jaula dónde ya nadie pone el Resistiré, más bien lo evita.

Esto se ha convertido en una especie de Matrix dónde un día te dan la pastilla azul de la realidad y otro la roja del Netflix. Contradictorias e incompatibles que,  cuando te  tomas las azules te pones de los nervios y cuando las rojas, te llenas de  pulsiones, de ira y agresividad que no son de  ficción, porque no puedes discernir nunca qué pastilla te han hecho tragar.

En medio de este «agar-agar» pegajoso dónde crece el año I p.p. (post pandemia), sonaron campanadas de arrebato en las palabras  del diputado Errejón que puesto hasta arriba de pastillas azules, denunció la realidad del sufrimiento psíquico de la ciudadanía, de la escandalosa precariedad de medios humanos y de la fantasía de papel que supone pensar que el que lo necesita, puede encontrar la ayuda necesaria en los dispositivos públicos de salud mental. La angustia, la depresión y cualquier enfermedad mental no puede esperar meses en atenderse, suturarse y revisar.

No hay medios humanos, no hay tiempo y no hay posibilidad de escucha , por tanto, no hay otra opción de alivio más que mandar a la brigada de policías de Quino a lanzar pastillas de valium a la multitud.

Una verdad que algunos llevamos décadas denunciando sin encontrar más eco que las promesas «in vitro» de las comisiones de estudio, de los planes estratégicos y  comités de expertos que acaban cuando acaba el gobierno de turno. Y vuelta a empezar.

Frente al azul verdad de Errejón,  atronó a pié de rin, la zafiedad de la pastilla roja de un «guerrero» pepero al que se ve que no le baja el subidón de la contienda virtual: «Vete al médico», vociferó enardecido.

Da miedo pensar que individuos tan minuciosamente mediocres  nos gobiernen.

Debería ir al médico.