La Voz de Galicia
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Dentro del mercado persa que son los Presupuestos Generales del Estado dónde cada cliente regatea hasta el agotamiento la mercancía que le interesa; se observa una tendencia al «ande yo caliente que me importa un bledo la gente», que a veces sobrepasa no sólo la solidaridad y el bien común, sino la mismísima razón.

En este mercadillo de intereses individuales  cada postor hace valer sus votos a precio de oro sin importarle otra cosa que no sea  su «vade mecum» ideológico o su delirio tribal.

Todo esto dentro de un contexto global que está cambiando el mundo y las relaciones humanas de una forma radical sin que al parecer,  nadie lo tenga en cuenta a la hora de diseñar los cambios  necesarios para dar una respuesta adaptada a lo que se nos viene encima.

Proponiendo políticas de un mundo de ayer que  no sirven para este nuevo futuro que  nos atenaza; inamovibles en viejos clichés del pasado que nada van a resolver en la nueva  realidad.

En un mundo desconcertado y sin director de orquesta, globalizado y sin fronteras, infectado de amenazas inhumanas que han venido para quedarse y  tan real como virtual, algunos siguen jugando a las tabas, al parchís, al Monopoly,  al Risk o a las familias, sin darse cuenta de que estamos en  «game over» y comenzando a jugar algo desconocido que requiere de toda nuestra atención, capacidad de  comprensión y  desarrollo de nuevas estrategias.

Sorprende ver como algunos siguen tirando los dados esperando un seis doble que les premie con una Insula Barataria que  ya no existe en el tablero.

Y cómo otros apuestan por debilitar a un Ejército que de momento, ha sido el único capaz de resolver con rapidez  los sucesivos jaques mates que nos ha lanzado el virus.

Infantil y viejuno.