La Voz de Galicia
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Conversando con una amiga que se dedica al Marketing me contaba que para promocionar su producto -de primera  necesidad, por cierto- al primero que se lo presentaban era a los «influencers».

Me fui al concepto Influencer,  quiere decir  que influye en decisiones o en comportamientos y que tiene gran presencia en las Redes Sociales con muchos seguidores y un alto prestigio, demostrado por el hecho de que sus opiniones y actualizaciones de estado son compartidas y comentadas por muchas personas (hablamos de millones).

Busqué el TOP TEN de los influencers y vi que entre los más desatacado predominan gente del mundo de la moda, el espectáculo, la economía, periodistas, escritores, científicos y activistas del planeta y los primates. Apenas pensadores y humanistas de alto espectro.

Puedes pensar que no salen en la lista porque nada más que interesan a unos pocos amantes del conocimiento de papel, discreto y silencioso.

Puedes pensar también que a los sabios que bisbisean verdades y hacen puntillas con las ideas les importa un pimiento el número de «likes» que tenga y la manada que lleve detrás.

Son gente que se dejan ver poco, la mayoría son huraños y desconfiados y no buscan un reconocimiento narcisista, más bien, lo rechazan. No nos necesitan pero nosotros a ellos sí.

Son los que ven las verdades a oscuras , espeleólogos del futuro,  diseñadores de los nuevos mundos…Pero no influyen prácticamente nada en el entorno de las redes sociales dónde son unos forasteros.

Visto lo visto, se puede pensar que  todo lo que estamos viendo en el ciclorama de la evolución del hombre en el planeta, pueda que tenga algo que ver tener con  estos influencers tan influyentes que alumbran un camino hacia el futuro que es el de Hamelin.

Si el virus no lo remedia, estamos perdidos.