La Voz de Galicia
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¿Qué te llevarías a una isla desierta? Sin duda, música. Pero el problema empezaría ahí: ¿en qué soporte?

Hasta los noventa la música la escuchaba en vinilos, con el advenimiento de los CDs se me ofreció la posibilidad de un soporte más pequeño y un sonido mejor (algo dudable);  luego vino el mp3, aún más liviano y con mayor capacidad, hasta llegar a las múltiples plataformas que  permiten  el acceso al  infinito musical con un móvil.

Pero en una isla desierta no tendría cobertura. Me llevaría entonces los vinilos y un gramófono de manivela, problema resuelto.

Este fin de semana  aproveché para  tomar el último sol del verano y leer la novela  de Irene Vallejo » El infinito en un junco»; de su lectura salió la reflexión sobre el soporte con el que poder llevarme la música a una isla desierta o -más acorde con los tiempos- a  un planeta minúsculo del espacio inexplorado.

La escritora hace un recorrido muy bien documentado a través de la historia del libro.

AH! y también me llevaría un montón de libros o El Espasa, porque la infinita capacidad del  libro electrónico tampoco se podría usar en un lugar de esas características.

Inquietante y acertada la reflexión de la autora: «el libro ha superado la prueba del tiempo» citando a  Humberto Eco: «el libro pertenece a la misma categoría que la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras, son inventos insuperables».

La tecnología nos ha hecho creer otra cosa y perder un montón de vida atesorada en casetes y VHS.

Da que pensar que hoy podamos leer un manuscrito copiado hace más de diez siglos y no podamos escuchar un casete de Camilo Sexto o ver la boda en VHS salvo que tengamos un museo de la caducidad en el trastero.