La Voz de Galicia
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«… Ayer se fue, mañana aún no ha llegado,

hoy se está yendo sin perder un punto…

Soy un fuí y un seré y un hoy cansado…» ( Francisco de Quevedo)

Este párrafo del soneto «!Ah de la vida!» escrito en el otoño del poeta, me ayuda a entender la extraña sensación de cansancio y aburrimiento que me apodera hace demasiado tiempo. Será que me estoy haciendo mayor.

Las polémicas revisionistas, la relectura ingenua de la historia, la ignorancia bravucona de las redes sociales, los gestos infantiles e imprudentes, la soberbia de la sin razón me agotan.

El hoy se sienta en la butaca del fue incapaz de utilizarlo como trampolín para construir un nuevo mañana.

No es verdad que Colon fuera catalán como no es verdad que Colon fuera un malvado exterminador de pueblos y culturas. Quien desee derribar su estatua está tergiversando la verdad y queriendo cambiar la narrativa de la historia, lo que no tiene ningún sentido ni un buen final, porque el pasado siempre vuelve, retorna como fue de verdad y si provocó  conflictos los volverá a provocar.

No es verdad que la mejor Constitución que nos dimos sea producto de una transición tutelada y no tenga validez;  los que la denostan argumentando que ellos no la han votado es una soberana estupidez. La Constitución más antigua y garantista del mundo es  de 1787 y nadie  cuestiona su vigencia..

No es verdad que la monarquía sea algo casposo y apolillado que haya que reciclar en  tiempos hipermodernos:  Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Suecia, Reino Unido,  Lienchtestein, Andorra…son los países más desarrollados y estables  y todos son monarquías parlamentarias. En toda nuestra historia solo hubo diez años de régimen republicano, la primera duró un año y la segunda una guerra atroz.

Merecen todo el respeto quienes luchan por sus ideas y por cambiar el mundo, pero no apoyándose en argumentos falaces o historias impostadas  porque así no se cambia nada,  sólo  se revive lo peor de nuestro pasado.

Nada hay en las últimas polémicas sobre la historia que dibuje un mañana distinto. No hay líderes con ideas nuevas capaces de ilusionar un nuevo futuro,  y sin grandes ideas ni grandes hombres y mujeres,  se vuelve al pasado queriéndolo cambiar, como si eso fuera posible y como si derribar a Churchill, pasear a Franco o actualizar los GAL alumbrara un futuro mejor. Los errores del pasado sólo sirven si se asumen colectivamente como un aprendizaje a no repetir.

Como el borracho que da vueltas alrededor de la farola buscando las llaves que sabe que nos están ahí, temerosos de adentrarse en lo desconocido, inseguros e incapaces de encontrar la llave del futuro.

Avanzando hacia el pasado.