La Voz de Galicia
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Si tuviéramos que identificar un elemento común dentro del amplio espectro de escuelas y técnicas psicoterapéuticas , podríamos estar de acuerdo en que todas pueden ser eficaces siempre y cuando  consigan  algo que llamamos una «experiencia emocional correctiva».

 

Muchos hábitos de conducta, reacciones emocionales, interpretaciones distorsionadas de la realidad, esquemas cognitivos aprendidos o construidos desde vivencias traumáticas que no pudimos/ supimos elaborar o expresar de forma adecuada en su momento, son la causa de muchos sufrimientos humanos. Todo eso es lo que necesita ser corregido durante un trabajo psicoterapéutico exitoso.

 

El terapeuta requiere de una sólida formación y habilidades complejas y sofisticadas para poder llevar al paciente, hasta la situación de revivir el momento  en el que aprendió a reaccionar de forma disfuncional, para luego, ayudarlo a hacer algo distinto, algo nuevo, algo adaptativo. Cuando eso se consigue, podemos decir que hemos logrado una experiencia emocional correctiva que libera al sujeto del círculo infernal del que no era capaz de salir ni cambiar el sólo.

No voy aburrir al lector con más disquisiciones académicas sobre el cómo y con qué técnica buscan ese «milagro» las diferentes escuelas psicoterapeuticas, les daré sólo un ejemplo fuera de lo «científico».

 

En su obra «Escola de Menciñeiros», D. Alvaro Cunqueiro describe cómo sanaban muchos curanderos que frecuentaban la botica de su padre en Mondoñedo; uno muy famoso – O Lamas Vello- diagnosticó a un tal Folgo de Vilameá que estaba muy grave de la siguiente manera:  «Tí o que tés es ansia. Ansia e nada más que ansia» y le prescribió irse a pedir limosna durante una buena temporada fuera del pueblo. Regresó sano, «e fíxose dadivoso e ata derrochón». Le había recetado, desde una honda sabiduría popular, una experiencia emocional correctiva muy eficaz,  la palanca para conseguir hacer «clik» y cambiar la forma de ver y hacer las cosas.

 

Lo que la humanidad está viviendo en estos meses de pandemia global es una auténtica experiencia emocional correctiva generalizada que, como todas, no es fácil de conseguir y comporta un sufrimiento previo y a lo largo de la experiencia.

Para esta generación y la de los niños que la están viviendo no cabe duda que la percepción de los errores cometidos, la forma de vida insostenible que hemos desarrollado  («el ansia y nada más que ansia»), la organización política y financiera, la escala de valores humanos, sociales y muchas cosas más, están sufriendo una experiencia emocional correctiva de  inestimable utilidad para nuestra salud futura.

Vienen tiempos difíciles, mucho más  de lo vivido hasta ahora y: «Habremos visto cosas que nunca creeríais… todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de cambiar.» (Blade Runner).