La Voz de Galicia
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Apenas un mes que la prestigiosa  revista Nature publicaba un estudio de la Universidad de Stanford en el que daba cuenta del invento de un inodoro inteligente. Un inodoro que permite detectar a través de varias cámaras y sensores  múltiples patologías, desde fisuras anales hasta cáncer colorrectal, desde infecciones de orina hasta enfermedades metabólicas.

Previa identificación del usuario a través de su «huella anal» y digital – únicas y singulares en cada ser humano- los datos son enviados a la nube  donde son  procesados y almacenados.

No pude por menos que acordarme de Quevedo y su opúsculo  «Gracias y desgracias del ojo del culo» en el que ya avanzaba su valía: » El ojo del culo por su mucha gravedad y autoridad no consiente niña; y bien mirado es más de ver que los ojos de la cara, que aunque no es tan claro tiene más hechura. Si no, miren los de la cara, sin una labor, tan llanos que no tienen primor alguno, como el ojo del culo, de pliegues lleno y de molduras, repulgo y dobladillos, y con una ceja que puede ser cola de algún matalote, o barba de letrado o médico. Y así, como cosa tan necesaria, preciosa y hermosa, lo traemos tan guardado y en lo más seguro del cuerpo, amortajado en una camisa, envuelto en unos dominguillos, envainado en unos gregüescos,..»

El escatológico invento tiene sin duda su relevancia,  supone un importante avance para el diagnóstico y el arte de la propedéutica médica (arte de la exploración clínica), siendo tan eficaz  su dictamen como una prueba de sangre oculta en heces o  que la minuciosa observación de cualquier galeno que también describía Quevedo en sus Sueños: «Fueron entrando unos médicos a caballo en unas mulas que con gualdrapas negras parecían tumbas con orejas; la vista asquerosa de puro pasear los ojos por orinales y excusados; las bocas emboscadas en barbas que apenas se las hallara un braco…y como si el orinal les hablase al oído se lo llevan a la oreja avahándose los barbones con su niebla y hedores».

Gracias al WC inteligente los médicos nos vamos a librar de este despotismo exploratorio y los pacientes estarán mejor controlados.

Un pequeño ingenio para el inodoro  y un gran salto para la humanidad.

A no mucho tardar y desde cualquier lugar del nuevo hábitat cibernatural poscoronavirus, tras el alivio cotidiano, nos sonará un aviso en el móvil alertándonos si Houston tiene problemas y detallando las directrices a seguir.

Lo que da miedo  pensar, es  que además de la información que  de nosotros ya tienen los Señores del Aire,  a partir de ahora,  diremos como Quevedo : !hasta por el culo me conocen!