La Voz de Galicia
Seleccionar página

En la España de los Reyes Católicos y hasta bien entrado el siglo XIX se creó una especie de cuerpo de protección civil encargado de garantizar la seguridad del pueblo.

Vestían una camisa verde bajo un chaleco de cuero que dejaba ver las mangas,  lo que hizo que popularmente se les denominara como «los mangas verdes». Fueron tremendamente populares y queridos por su eficacia y competencia  en resolver sus cometidos  pagados por el erario público.

Con el tiempo se fueron relajando, apoltronándose, dilatando sus intervenciones, perdiendo eficacia, llegando siempre tarde  y el pueblo comenzó a desconfiar de ellos y de su utilidad a la hora de resolver los problemas. De ahí nació la expresión : «! A buenas horas mangas verdes!».

Desde entonces la expresión ilustra el desencanto que produce ver cómo la solución a un problema llega demasiado  tarde, cuando ya no hace falta porque la gente lo ha resuelto como ha podido o cuando ya no tiene remedio.

Durante el culebrón  (des)informativo de las últimas semanas a vueltas con los EPI, los guantes, las  mascarillas, las pantallas protectoras, los respiradores…La expresión  a buenas horas mangas verdes ha cambiado de color  porque los únicos que han llegado a su hora han sido los uniformes verdes y blancos.

Mientras los responsables no llegaban, los sanitarios se han cosido armaduras con bolsas de basura, algunos empresarios han aprovisionado defensas que han salvado miles de vidas, la ciudadanía ha mostrado una enorme creatividad confeccionando todo lo que no acaba de llegar y como ocurrió con la Santa Hermandad de los mangas verdes,  la gente ya  no espera nada de su incompetencia y lentitud.

Dicen que ahora sí, que en esta semana ya vamos a tener de todo.

«A buenas horas mangas…»

No sé qué color ponerles: ¿rojas?¿azules?¿moradas? o ¿naranjas?